Como todo, era cuestión de tiempo. Ha llegado la hora de jubilarse y el Curro, kioskero que nos suministraba la prensa diaria a LA OPINIÓN y al resto de vecinos del casco antiguo de Cartagena, ha decidido retirarse. No es él amigo dado a esto de las alabanzas, reseñas o alusiones, pero no me queda otra que despedirlo a mi manera, con una palabras que sirvan de recuerdo para una persona que regentaba su negocio casi como una farmacia 24 horas. Ha sido el mejor informado de todo lo que ocurría en el mundo. Con toda la prensa sobre su mesa era fácil, pero también se conocía la vida de cada uno de los cientos de personas que pasábamos por allí. Sin embargo, nunca le oí criticar a uno u otro, más bien lo contrario. Era una ´tumba´ en ese sentido, o lo que podríamos llamar en el argot periodístico, una fuente fiable. Pese a la dureza de su rostro y la gravedad en el tono de su voz, manejaba con maestría la ironía y tiene una retranca que descoloca al más pintado. No desdeñó nunca cualquier discusión porque lo veía todo con más perspectiva que nadie. Curro, sé feliz en esta nueva etapa, que te lo mereces, y sobre todo cuídate mucho.