El cabecico de la Cobertera es un cerro que se levanta en el corazón del Valle de Ricote y que aún conserva en su cima los restos de un granero fortificado de la época de Al Andalus. Sobre él se construyó también la leyenda de que albergaba la tumba de un acaudalado musulmán que se llevó con él al descanso eterno la mayor parte de su fortuna. Y como ya se sabe de la atracción que el dorado metal ejerce sobre el homo sapiens, sin importar su origen o religión, la zona se llenó en seguida de listillos a la caza de las riquezas soterradas del árabe. Pero este no estaba dispuesto a soltar un onza de oro, así que su espíritu se aparecía a cada aventurero para advertirle: «Ni hallarás al moro ni encontrarás el tesoro». Ya no son tiempos de leyendas ni de fantasmas (bueno, de eso sí hay unos cuantos), pero persisten los infelices que se lanzan a empresas irracionales con la esperanza de encontrar el oro de la felicidad suprema. Como esos insensatos que se hacen volar por los aires con la absurda idea de que su Dios los colmará de dicha en un lejano paraíso. Ojalá algún día llegue alguien capaz de convencerlos de que no es así. Con el terror y la muerte, nadie ganará tesoro alguno.