Si alguien pretende hacerse rico con la literatura, le recuerdo las palabras que escuché a Eduardo Mendoza en una conferencia. «Mi generación „dijo el gran escritor„ ha sido la única que ha podido vivir de la literatura. Hasta la nuestra, los novelistas eran unos bohemios que iban de bar en bar lampando porque alguien les invitara a un bollo con el que calmar el hambre; ahora, de nuevo, ha vuelto a la literatura el sonido de tripas que produce el ayuno».