La supresión del servicio militar nos va dejando huérfanos de ciertas palabras que marcaban la vida de las personas y de las familias. Como quinta, tan consolidada como referencia del paso a la vida adulta que se convirtió en fecha clave para indicar la edad, más que el cómputo de los años o la fecha de nacimiento. Ser de la quinta del 17 o del 39 no sólo rememoraba el desastre de Annual o el comienzo de la Guerra Civil, sino que decía la edad del individuo, al tiempo que servía de término de comparación con la de otros, anticipo del cuento interminable de las batallitas de todos durante el servicio. Y es que cuando llegaba el momento solemne del sorteo de las quintas, el zagal ascendía a la condición de mozo y de quinto, con lo que era ya tratado de otra manera en su casa y empezaba a hacer ojico a las mozas casaderas. Aunque su inexperiencia de quinto lo convertía en candidato a bromas de mejor o peor gusto que le hacían pagar la quintá como peaje en su camino a la vida adulta.