La investigación sobre los restos de Cervantes se está convirtiendo en todo un folletín. Este martes pasado, en una rueda de prensa apresurada, los investigadores confirmaban que al fin habían hallado los restos del autor de El Quijote en la cripta de la iglesia del convento de las Trinitarias. Sin embargo, ante una serie de contradicciones y, sobre todo, ante el uso reiterado de la coletilla ´es posible´, los medios de comunicación convocados comenzaron a preguntar por cuál debería ser el titular para el día siguiente: «Sí pertenecen a Cervantes» o «Es posible que pertenezcan a Cervantes». Ante las preguntas que comenzaron a surgir, los responsables de la investigación respondieron que debían ser prudentes, ya que no habían podido resolver con certeza absoluta la pertenencia o no de los huesos. «Estamos convencidos de que tenemos algo», aseguró el forense y director del equipo. Ya para finalizar, los investigadores señalaron a la ´presión mediática´ como la causa de aquella precipitada rueda de prensa. Y es que da la sensación de que la noticia se ha convertido en más importante que el hecho. Es decir, lo importante es que se diga cuanto antes que los restos sí pertenecen a Cervantes, no que los restos pertenezcan a Cervantes.

Sean o no los restos de Cervantes, lo que parece claro es que el Consistorio no quiere dejar pasar la oportunidad de usarlos como reclamo turístico. Ana Botella confirmó en esa misma rueda de prensa que había mantenido conversaciones con el obispado para que la tumba sea abierta al público. «Cervantes es una persona que no se puede separar de la cultura española. Hoy hemos contribuido a la historia y la cultura de España», afirmó la alcaldesa de Madrid. Y aquí viene lo interesante, porque en esa cultura de la que hablan los políticos parece que lo cultural es lo secundario, y lo económico, lo primordial. Tal vez por esa razón, el IVA cultural en España es de los más elevados de Europa y, por consiguiente, del mundo. También por esa misma razón, en nuestro país, ni los Ayuntamientos ni las Comunidades autónomas ni el propio Estado apoya a los escritores, pintores, escultores, bailarines excepto para exportarlos como reclamo turístico, no para fomentar la cultura. Tal vez también por esa razón, las librerías francesas tienen un apoyo de cuatro millones de euros, mientras que en España la ayuda a este sector es de 150.000. Claro que a los ciudadanos españoles eso tampoco les importa en exceso, porque mientras siga existiendo el clásico Madrid-Barça, mientras Belén Esteban siga en Gran Hermano o Chabelita en Supervivientes, lo demás no importa.

Con respecto a esa cultura de la que tanto hablan los políticos y que tanto dicen defender los ciudadanos, habría que señalar que en el año 2014 se cerraron en España cerca de mil librerías. Es decir, 83 librerías al mes. O lo que es lo mismo; casi tres librerías al día. Según los datos de la Conferencia Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), en 2008 había en España 7.074 librerías, mientras que en la actualidad hay 3.650. De ellas, tan solo unas 500 basan su negocio en el libro. Es decir, una librería por cada 100.000 personas. Se calcula que en nuestro país hay unos 5.000 burdeles y unas 350.000 prostitutas, convirtiendo a España en uno de los mayores destinos turísticos sexuales del mundo. Así que la tumba de Cervantes lo va a tener jodido. Y es que, al final, va a tener razón Pérez Reverte: España es un país deliberadamente inculto. Y, además, nos encanta.