Un nuevo escándalo acaba de estallar en el mundo de la cultura murciana. El director del Cendeac, Javier Fuentes Feo, ha sido cesado en su cargo tras la celebración del congreso España sin (un) franco. Al parecer, vivimos en una ciudad en la que la simple mención del caudillo, hoy en día, aún hace que rueden cabezas. La presencia del significante ´Franco´ en el título del congreso ha sido, según todos los indicios, determinante en la decisión de la Consejería de Cultura de cesar al director del Cendeac en el ejercicio de sus funciones. Además, la pluralidad democrática tampoco parece estar entre las virtudes de las actuales autoridades culturales porque, a pesar de que al mencionado congreso asistieron pensadores de marcado perfil neoliberal, así como de un amplio espectro de tendencias ideológicas, otro de los factores que han influido en la cesantía de Javier Fuentes parece haber sido la presencia entre los ponentes del destacado miembro de Podemos Iñigo Errejón.

Con Javier Fuentes Feo al frente del centro, la gestión cultural del Cendeac ha brillado con luz propia. Esta gestión ha sido especialmente eficaz y exitosa en estos cuatro últimos años de crisis en los que su presupuesto se vio reducido en un 85%, a pesar de lo cual la dirección del centro, en un ejercicio extremo de imaginación ha conseguido consolidar proyectos de largo recorrido y hondo calado cultural como Fisuras Fílmicas, D. Nuevo Ensayo, Memorias Celuloides o la reactivación de la biblioteca y la editorial del centro, así como eventos puntuales como el propio congreso España sin (un) franco. Estos proyectos no solo han alcanzado repercusión a nivel nacional e incluso internacional sino que se han convertido ya en auténticas referencias culturales de nuestro país.

España sufre una enfermedad, y en el caso de Murcia esa enfermedad es especialmente grave. La Administración ha caído en manos de saqueadores y ventajistas que ocupan las instituciones y las llevan a la quiebra, utilizando el dinero y los recursos de todos los ciudadanos para la consecución de sus intereses particulares, mientras sostienen, en el colmo del cinismo, que la gestión pública no es viable. El funcionamiento del Cendeac estos últimos años ha sido una prueba palpable de que ese discurso es falso, de que es posible realizar una labor austera, eficaz y exitosa desde las instituciones públicas, una prueba palpable de que podemos vencer a la enfermedad que nos aqueja. La destitución de Javier Fuentes Feo solo puede ser entendida, así, como una reacción; un ataque más contra las gestiones públicas realmente existentes de calidad y de prestigio reconocidos. Un síntoma más de esa enfermedad.

Aunque en cierto sentido ya lo han hecho, es el momento de que las autoridades inmediatamente responsables de este despropósito se decanten. Esas autoridades no son una entelequia; tienen nombres y apellidos; son el consejero de Cultura, Pedro Antonio Sánchez López, y la directora del Instituto de Industrias Culturales y de las Artes, Marta López-Briones. Con este artículo, un amplio colectivo de ciudadanos y ciudadanas relacionados con el mundo de la cultura apelamos a su responsabilidad política. Aún están a tiempo de rectificar. Aún están a tiempo de demostrar que apuestan claramente por una gestión intachable y modélica, que apuestan por una gestión que puede ser paradigma de otros muchos modelos de desarrollo cultural, público, sostenible y de excelencia.

Aún están a tiempo de demostrar que ocupan sus cargos para servir a los ciudadanos y no a sí mismos. Que son parte de la solución. Porque si siguen demostrando que son parte del problema, lo que los ciudadanos les estamos pidiendo desde ya, desde este artículo, y no dejaremos de pedirles mientras no nos sintamos resarcidos, es que sean ellos los que abandonen sus cargos públicos y dejen paso a otro tipo de gestiones, como la de Cendeac, en las que todos y todas podamos sentirnos representados.