La televisión pública de Murcia siempre ha parecido demasiado cara. Nació en 1989 y vivió tímidos ensayos de difusión (documentales, algún partido de fútbol, películas, divulgaciones culturales). Tan costosos resultaban que cinco años después todos los partidos políticos con representación en la Asamblea Regional acordaban dejar el proyecto para tiempos mejores. Todos coincidían en la necesidad de que los murcianos tuviesen un medio de comunicación, entretenimiento y educación propios, pero asequible económicamente. Y eso sólo podía hacerlo la radio, Onda Regional, nacida en 1990, y que el 10 de noviembre de 1994 fue consolidada por Ley en el pleno de la Asamblea Regional.

Hay mucho en común con la situación actual, casi veinte años después: cambios de dirección general del Ente para asumir tiempos de austeridad; renuncia a la televisión tal y como se concebía hasta el momento; nueva legislación que mantiene la titularidad pública de Onda RegionalÉ pero la apariencia esconde un fondo absolutamente distinto.

La principal diferencia no es baladí: en 1994 todos los colores políticos estaban de acuerdo. El Diario de Sesiones guarda palabra por palabra lo dicho entonces: el portavoz del grupo popular, Juan Ramón Calero, afirmaba que esta ley es producto de un esfuerzo de consenso entre los grupos parlamentarios que han integrado el consejo de administración del ente Radiotelevisión; el portavoz de Izquierda Unida, Froilán Reina, también agradeció el consenso y la aprobación de enmiendas que favorecían algunos mecanismos que vienen a ratificar y a profundizar más en los elementos democratizadores de una radio pública. El portavoz del grupo socialista -el PSOE tenía entonces el Gobierno autonómico- Alfonso Navarro agradecía el acuerdo de todos para afianzar el camino de Onda Regional, para que los ciudadanos de la región tengan un vehículo de comunicación propio y autóctono, y un vehículo de comunicación que no engancha a cadenas sino que hace toda su producción aquí, en esta Región.

Tras una nueva aventura de seis años audiovisuales, abrimos los ojos en 2013 con una televisión malograda el pasado agosto: se suspende la concesión a la empresa privada GTM y ésta despide a sus 260 empleados; GTM reclama deudas millonarias aún pendientes de pagar; se intenta mantener una televisión que sólo tiene como programación propia media hora de informativo (grabado previamente) de lunes a viernes, y para ello se alquila un local, se licita temporalmente el servicio de realización de otra empresa privadaÉ y, para cuadrar las cuentas de ese agujero insaciable, se preparan despidos en Onda Regional, que cubre veinticuatro horas diarias de producción propia los siete días de la semana y donde nunca se ha gastado un euro de más. Es más, en Onda Regional nunca ha habido déficit, porque no se ha gastado ni un céntimo sobre el presupuesto previo.

Además, en noviembre de 2012 se aprobó una nueva Ley -a estas alturas la cuarta para la radio- pero esta vez sin acuerdo alguno ni consenso, sin negociación previa y con absoluta divergencia entre grupo popular -PP en el Gobierno- y oposición -PSOE e IU-.

Lástima que los medios públicos de información -como la Sanidad, como la Educación- no supongan para nuestros gobernantes un punto de inflexión responsable, un concepto de unión como el AGUA lo ha sido, en tantas ocasiones, PARA TODOS.