Creo que nadie pondrá en tela de juicio el desmantelamiento que está sufriendo el Estado del Bienestar: la Educación, la Investigación, la Sanidad, la Dependencia y también, por qué no decirlo, la Justicia, han sido puestas ´patas arriba´ por las medidas de austeridad tomadas por Rajoy, colocado cuan perro faldero a las órdenes de la troika, que es un ´ente sin alma´ que no tiene otro objetivo que imponer medidas de ajuste que posibiliten el pase de estos servicios públicos, imprescindibles para la ciudadanía, del sector público al privado, abriendo suculentas opciones de negocio aunque vayan en detrimento de la calidad de vida de los ciudadanos. El reciente libro de Borrell, Narbona, De la Rocha y otros, No es Economía, es Ideología es un manual de obligada lectura para aquellos que pensamos que las medidas adoptadas tienen como objetivo privatizar todo lo que se pueda, incluso el Gobierno si es posible.

Si hay que buscar culpables, éstos están en el origen, los países ricos encabezados por la terrible Merkel, que ha impuesto sus austeridades a toda Europa, causando daños demoledores a los países del Sur. Después viene nuestro Gobierno, que se ha tragado hasta la bola el estoconazo de Bruselas cuando, sin duda, existen políticas alternativas que no sé por qué no se llevan a la práctica en el viejo continente y sí en Estados Unidos, que tampoco es un paradigma, pero que no ha tenido inconveniente en ´tirar de la plancha´, y bajar los tipos de interés para recalentar la economía y colocar sus cifras de paro en un 6,5%, y bajando. Keynesianismo puro y duro. Ya se preocuparán de la inflación cuando su país esté en condiciones de asumir austeridades sin sufrimiento, o con el menor sufrimiento posible.

Sorprendentemente, nuestro Gobierno no abre el pico y sigue sin poner sobre la mesa propuesta alguna; solo Hollande pone algo de cordura y sensatez en este mercado gigante que es Europa. El Gobierno actúa al dictado y todo lo que propone está al servicio de los más fuertes llegando a dejar a los funcionarios sin paga extraordinaria de Navidad, una medida que no tiene parangón, y dudo mucho que el dictador se hubiera atrevido a poner en práctica. En la misma dirección, nuestro Gobierno regional „cuando reacciona, porque está missing„, sigue los cánones de ´obediencia debida´, mientras que hace poco tiempo se mostraba muy reivindicativo y, sin embargo, era mejor tratado.

Mucho se ha hablado, con razón, de los problemas de Sanidad, Dependencia y últimamente de Justicia. Me referiré a los de Educación, que no son pocos y de gran importancia de cara al futuro.

Un país sin Educación lo único que logrará será formar una sociedad ´sin alma´. La Educación empieza a actuar en las primeras etapas vitales de la formación de la ciudadanía, prácticamente desde la cuna hasta que se sale de la Universidad más prestigiosa. Gracias a ella se consigue que las nuevas generaciones no estén formadas por discípulos que nos sigan, sino por profesionales críticos que nos superen. Es la dialéctica de la Historia que debe prevalecer si queremos un progreso justo y positivo. Pero no vamos precisamente por ahí; con este Gobierno, la enseñanza pública está sufriendo un varapalo difícil de justificar. El PP regional, con unas connotaciones religiosas que a la vista quedan, no tiene empacho de invertir más en dos colegios del Opus Dei que en quinientos centros públicos, o apoyar en todo lo que haga falta a la UCAM Ese no es el camino.

Y un país que no investiga, recordemos que la inversión en I+D+i ha disminuido en los dos últimos años „especialmente en el último„, de forma exponencial, hasta un límite tal que hablar de investigación en nuestro país casi se convierte en un sarcasmo, lo único que se puede decir es que no tiene futuro; está condenado al fracaso, porque en la sociedad del siglo XXI, la de los avances tecnológicos, no se pueden mantener los mismos procesos productivos que hace una o dos décadas; nos situaríamos al borde del Tercer Mundo, y dado el bajo valor de la mano de obra en esos países, llegaría un momento en el que seríamos superados por ellos. No podemos competir en costes.

La pena es que el pensamiento dominante es un firme creyente de lo contrario que aquí se expone: enseñanza privada, investigación casi nula y una universidad para élites.

Pasaron las épocas en que la investigación era una ´acción individual´ por la cual se conseguía un gran avance para el conocimiento y la humanidad, ya no estamos en los tiempos en que ´se encendían bombillas´; ahora hacen falta fuertes inversiones y grupos de investigación, a ser posible multidisciplinares, para ir montados, aunque sea en los últimos vagones, en el tren de la Ciencia y la Tecnología, que no es ni más ni menos el que nos debe llevar al desarrollo.