Hace ya algunas fechas, el pasado 19 de octubre, la Asociación de L´Ajuntaera tuvo el acierto de rescatar y homenajear a través del programa de Onda Regional La Edad de Oro a la desaparecida revista Cuadernos Murcianos, así como a su fundador-editor, director, distribuidor y también escritor costumbrista Rafael García Velasco.

Una iniciativa digna de aplauso porque era preciso reconocer y rendir tributo, aunque haya sido en un encomiable tono menor del que era merecedor, a la singular tarea emprendida por Velasco en una etapa en exceso dominada por condicionantes sociopolíticos. Cuando las actuales peñas huertanas apenas eran un embrión, el Bando de la Huerta era dirigido por una estricta Administración recelosa de los excesos regionalistas y las reediciones de las obras de los más caracterizados autores costumbristas murcianos no existían, Velasco, a título personal, y en el casi total desamparo institucional, emprendió la tarea de avivar las ascuas de un sentimiento popular hacia la literatura costumbrista murciana. Y lo hizo, como siempre sucede en el lanzamiento de un plan, con la máxima energía e ilusión. Empezó a publicar cuatro números al año y según se puede leer en los ´propósitos´ del número 1 (1950), se pretendía formar cada nueve números un volumen, para su posible encuadernación, con su correspondiente índice de autores.

El primer índice apareció en el número 9 (1953), en el que se publicó la novela corta del propio Velasco El bien que trajo el mal. En años sucesivos el proyecto fue languideciendo y la regularidad de los números decreció a uno o dos por año, a lo sumo tres, y excepcionalmente en 1980 aparecieron cinco (32, 33, 34, 35 y 36). No obstante, se mantuvo la idea de colección y en el número 45 (1985), Cuentos de Murcia, se muestra el índice del que sería el volumen V. Por lo que hasta ese momento el número total de páginas recopiladas sobre literatura murciana superaba las 1.500. El último número del que tenemos noticias es el 46 (1987), con la publicación de Miscelánea murciana, de Velasco. Se empezó a imprimir en la Imprenta Provincial, y luego, alternativamente, en las de Muelas y de Belmar.

Una colección acreedora de una mayor atención, por parte de nuestras instituciones culturales, dada la conveniencia de su reedición para que pueda ser consultada en todas las bibliotecas de la Región y centros educativos. Aunque siempre se argumentará que en una época de crisis como la actual lo típico y autóctono son meros tópicos que a nada conducen. Pero lo cierto es que Cuadernos Murcianos constituye un magnífico caleidoscopio, acogiéndome al título que Velasco dio al número 23 (1976), que nos permite contemplar uno de los más completos panoramas, de entrañable y agradable lectura, del costumbrismo murciano. Ya sea en sus primeros números, con textos escogidos de autores clásicos como Vicente Medina, Balart, Jara Carrillo, Martínez Tornel, L. Orts, Díaz Cassou, y un largo etcétera, y en otros posteriores de escritores modernos, así como diversos números monográficos dedicados a obras concretas de E. Martí, Frutos Baeza, A. Bolarín, Pérez Crespo, etc. Y como contrapunto, la siempre constante disposición de Velasco para ofrecer su firma por medio de cuentos, novelas, piezas teatrales, poesías y anecdotarios. Un afán personal que le llevó, más allá de cualquier posible crítica de un excesivo protagonismo, a considerar los Cuadernos como una parte de su existencia vital. Cuadernos en los que además es de reseñar las originales viñetas de las portadas de excelentes pintores murcianos: Garay, Muñoz Barberán, Hernández Carpe, M. Ballester, Párraga, etc.

Constituye y late en Cuadernos Murcianos no una idea localista y un residuo romántico postergado por los avances de la modernidad sino un medio humano con más valor simbólico que material. Por ello, es de esencial relevancia que nuestros jóvenes aprendan a encontrar en los textos y autores murcianos de los que nunca han oído hablar un lugar y un ambiente que sea eslabón y conexión de épocas anteriores producidas por factores humanos y espirituales a los que no son ajenos.