También yo quisiera llevar al portal algún regalo que te agrade, Señor, porque en Navidad parece que estás más cerca, te vemos tan pequeño e indefenso que incluso nos atrevemos a estrecharte en nuestros brazos y decirte cosa bonitas que nos inventamos o quizá aprendimos de nuestros padres, «Niñico Jesús, rey de la gloria, si tú no nos faltas todo nos sobra». No dejas de sonreír sin importarte nuestra torpeza para tratarte, así vamos cogiendo confianza y ¡claro! ya no queremos separarnos de ti. Es que tu Madre (que también es nuestra —gracias, Jesús—) nos está enseñando a mirarte y a quererte. Enseguida nos amontonamos: ¿Me toca a mí! ¡Déjame que lo coja un ratico! ¿Puedo acariciarle? ¡Un besico, un besico!... Ella asiente con inmensa dulzura al tiempo que nos acoge en sus brazos maternales. ¡Dios te salve, María, llena de Gracia, el Señor es contigo!... y la Virgen, bendita entre todas las mujeres nos muestra al fruto de su vientre. «Jesús mira a María, María mira a José y se sonríen los tres», y todos los que estamos merodeando por ahí nos quedamos embobados. Año tras año, Navidad tras Navidad celebramos tu llegada, Señor —bueno, muchas veces a nuestra manera, ya sabes cómo somos— y nos afanamos en encender miles de luces de todos los colores mientras Tú, que eres la luz del mundo nos regalas el sol , la luna y un cielo cuajado de estrellas.

Siempre hace frío en Navidad y siempre en Navidad el trato entre unos y otros es más cálido. Tú haces que nos esforcemos en ser mejores y nos ayudas a saber querer de verdad. En realidad, desde nuestra indigencia, todos queremos llevarte algo que te agrade, Señor: nuestras penas transformadas en alegría, nuestros temores en esperanza, nuestra ofensas en perdón, nuestro pobre zurrón con esos cachivaches que nos llevan a olvidarte a ti y a los demás o nuestro corazón para que lo enriquezcas con tu amor. Y abonico te diremos: «Este es mi regalo´». Las campanas siguen tocando a gloria cada Navidad, los ángeles cantan la Buena Nueva que Dios ha traído al mundo, Dios con nosotros. Zambombas y cascabeles. Al son de guitarras y panderetas suenan villancicos que cada uno tararea recordando con algo de nostalgia, pero sin perder la esperanza. Las Navidades de otros años. Como un ritual la historia se repite porque es fácil volver a empezar. Flores de pascua,

Nacimientos, belenes, árboles de Navidad.

Cantamos con alegría que «ha nacido el rey del mundo mientras el mundo dormía»... ¡Despertad!... Venid y adorad al Niño que ha nacido ya...