El caso de Fina García es similar al de tantos otros vecinos del centro de Murcia que conviven a diario con los clientes de los bares que salen a la calle a echar un cigarro o hablar. Ruido y bullicio que se alargan en ocasiones hasta altas horas de la noche de lunes a domingo. Fina vive en la calle Victorio, una de las zonas que se quiere proteger junto a la Universidad, y afirma que lleva 28 años luchando contra este problema. A quienes le dicen que la solución están en proteger las viviendas con materiales aislantes les responde que «mi casa es una coraza, está aislada contra el ruido, pero en verano no puedo abrir las ventanas si quiero dormir», asegura a LA OPINIÓN.

Esta jubilada asegura que se lleva genial con los hosteleros, «sé que se tienen que defender, pero yo también tengo que defender mi vida y mi derecho al descanso». Además, explica que ha presentado varias denuncias contra distintos locales y precisamente ahora está preparando un nuevo contencioso administrativo. «Hasta el fiscal de medio ambiente pasó una noche en mi casa para comprobar el nivel de ruido, tras lo que inició una denuncia y cerró el bar», indica.