En los años posteriores a la contienda civil en España y en la Región de Murcia se sucedieron multitud de actos, de muy diversa índole y significado social, histórico y de reconocimiento, por la labor de entrega y servicio a la Patria de personas de diferentes condiciones sociales, políticas, culturales, etc. Valladolises no fue ajena a estos actos, y el sábado 16 de julio de 1939 tuvo lugar en la localidad un homenaje al vecino de la misma, Julián García Soto.

En la prensa del momento se narra lo que Valladolises vivió en esa jornada: las honras fúnebres y el sentido homenaje a un héroe local, caído en la Guerra Civil de España. A las diez de la mañana esperaban la llegada de los restos mortales a la salida del pueblo los vecinos, junto con las Escuadras de Falange de Valladolises, Lobosillo, Corvera y Los Martínez, situados a ambos lados de la carretera, con las banderas Nacional y del Movimiento al frente. A las once apareció el coche fúnebre, escoltado por varios coches ocupados por su hijo Jesualdo y familiares del llorado mártir. Fue recibido el cadáver por las Jerarquías del Movimiento y en representación del alcalde de Murcia estuvo presente su secretario particular, el señor Romero. Su entrada al pueblo se hizo en medio de un silencio conmovedor, no pudiendo contener el llanto muchísimas de las personas que acudieron en número incalculable a rendir el tributo póstumo de cariño y dolor. Cubría el féretro la Bandera Nacional, siendo portadoras de magníficas coronas de flor natural con lazos de los colores nacionales, las jóvenes de la Sección Femenina. El momento de gran emoción se produjo cuando los restos del caballero fueron depositados en su domicilio, recibidos por su viuda, doña Inés López Cobacho. Tras su responso, fueron trasladados los restos al Cuartel de la Falange de Valladolises, donde se oró breves momentos. Inmediatamente se dirigió la comitiva a la iglesia de Ntra. Sra. de la Candelaria, celebrándose el funeral por el eterno descanso de su alma.

Terminadas las honras fúnebres, se verificó su entierro, que constituyó una sentida manifestación de duelo. Las Escuadras de Falange desfilaron ante los restos de Julián García, despidiéndole con gritos y salves. El cadáver fue colocado en el coche fúnebre y la comitiva se puso en marcha, siendo trasladado a Balsa Pintada, en cuyo cementerio recibió cristiana sepultura. En la actualidad, en el callejero de Valladolises se encuentra una travesía con el nombre de calle Julián García Soto.