La lucha por parte del Ayuntamiento contra los decibelios y el ruido ha escrito un nuevo capítulo. En un principio, los inspectores de la concejalía de Urbanismo, de la que depende el cumplimiento de la nueva ordenanza de Medio Ambiente, se centraron en buscar locales de ocio que no tuvieran instalado el sonómetro, tras cumplirse la moratoria dada a los hosteleros de un año para adaptarse tras entrar en vigor la norma que obliga a poner estos aparatos.

Ahora, también se están centrando en los equipos de música defectuosos o que emiten más ruido del recogido en las ordenanzas, para intentar salvaguardar la salud de los clientes de los bares -está demostrado el perjuicio auditivo del exceso de ruido- y el descanso vecinal. Así, la concejalía de Urbanismo precinta cada mes hasta siete aparatos musicales de los locales de ocio, que incumplen y superan los decibelios, explicó a esta Redacción el titular de este departamento del Ayuntamiento, Antonio Navarro Corchón.

«Cada mes firmo un buen número de expedientes», precisó el edil, quien añadió que tras «la apertura del correspondiente expediente, el local debe recurrir a una Entidad de Control Ambiental (ECA), cuyo análisis será luego verificado por la Concejalía» y así poder desprecintar el equipo de música. En el control de actividades, la entidad de colaboración ambiental comprueba los requisitos ambientales impuestos en una autorización ambiental, en una licencia o en la propia normativa ambiental a una actividad, mediante la utilización de equipos de inspección, medición y ensayo, incluidos los correspondientes a la toma de muestras.

Los bares cuyos equipos han sido precintados se encuentran tanto en la ciudad como en las pedanías, y esta iniciativa demuestra -a juicio del concejal de Urbanismo- la sensibilidad del Ayuntamiento ante las actividades molestas en suelo urbano.

Por otro lado, el concejal indicó que la obligación de instalación de los sonómetros en los establecimientos con música se ha ido cumpliendo poco a poco y «ahora han puesto más locales estos aparatos», tras imponer la Concejalía en quince días 60 multas. «Se han ido regularizando poco a poco», resaltó Navarro Corchón.

La mayoría de establecimientos expedientados por no tener sonómetro se encuentran en la zona centro de la ciudad, que es el espacio que más quejas y denuncias vecinales por ruido está cosechando. A lo que obliga el Ayuntamiento desde que entrara en vigor la ordenanza y se agotara el plazo de la moratoria es a instalar un equipo limitador-controlador y registrador, que permite al Consistorio recibir por Internet en tiempo real los niveles de ruido en cada uno de ellos.

Los datos recogidos por estos limitadores son enviados telemáticamente a la Policía Local y a la concejalía de Urbanismo. Por lo que, en todo momento, se tiene constancia de qué bares superan o incumplen los niveles de ruido establecidos. Esta especie de 'caja negra' no solo permite mantener un nivel constante del ruido en el interior del local, sino que además cuenta con un almacenamiento de al menos un mes de los niveles sonoros del establecimiento.