El olor a castañas asadas, las guirnaldas de los locales y las luces coloridas de un amplio escenario colocado delante del edificio Moneo evidenciaban que algo grande iba a ocurrir en la plaza Cardenal Belluga. Y los miles de niños que acudieron ayer, unos a hombros de sus padres, otros caminando con los ojos como platos y los más pequeños todavía en las silletas, tenían claro lo que era: Papá Noel llegaba a Murcia, y lo hacía para quedarse unos cuantos días en su casa, instalada en la calle Basabé, donde estará hasta vísperas del 24 para recibir a todos los niños que se han portado bien durante este año y escuchar sus deseos.

Sin embargo, esa certeza no evitó que muchos, más por picardía que por otra cosa, preguntaran constantemente por qué estaban allí y a quién estaban esperando: con su boca de media sonrisa respondían casi a la par que sus familiares que esperaban al anciano barbudo que año tras año deja, al pie del abeto o junto a la chimenea, regalos para disfrutar durante las fiestas.

Más de 2.000 personas, entre las que estuvo el alcalde José Ballesta, disfrutaron de un espectáculo de música, danza y luz conducido por la incombustible Teresa Rabal. El acto sirvió de pórtico a la llegada de Santa. La artista repasó el cancionero de temas clásicos infantiles acompañada por el coro de niños y padres que abarrotaba la plaza y que, a voz en grito, interpretaron temas como Veo Veo o Me pongo de pie, me vuelvo a sentar.

Fue el ilusionista murciano Domingo Artés el encargado de traer, por arte de magia, a Papá Noel «desde Laponia a Murcia». Artés, que primero materializó de la nada una tormenta de nieve, hizo aparecer a 'Santa' en una enorme caja de regalos vacía.

Ovación cerrada ante la presencia de Papá Noel en la plaza Cardenal Belluga. El mágico personaje se declaró «feliz» de estar en Murcia porque, aunque «todos los niños del mundo son muy buenos», aseguró sentirse muy feliz entre los murcianos más pequeños.

Cartas, besos y fotografías

Tras el largo viaje que hizo desde su habitual residencia en el punto más al Norte de Europa, Papa Noel se dirigió a la casa que sus elfos han instalado en la calle Basabé, junto al teatro Romea, para atender las peticiones de todos los niños que quisieron acercarse hasta allí.

Sentado en su trono, Santa Claus escuchó a los cientos de niños que pasaron por allí. Se pudo ver de todo: llantos de emoción, caras de sorpresa y, sobre todo, sonrisas. Algunos pequeños, los menos tímidos, besaron y abrazaron al señor de rojo. Otros, casi en las faldas de sus padres, alargaron la mano para que 'Santa' cogiera la carta que contenía todos sus deseos. Todos esperarán, como emoción, despertar la mañana del 25 de diciembre para acudir corriendo al lugar de costumbre y destrozar el papel de regalo que envuelve sus deseos. Eso sí, solo ocurrirá «si se han portado bien». En caso contrario, algunos tendrán que acumular rocas de carbón.

Frozen y Stars War

Las hermanas princesas y el lado oscuro de la fuerza triunfan en las listas de regalos de los niños. Los muñecos, caretas y disfraces de las dos películas de Disney fueron lo más solicitado a Papá Noel por los más mayorcitos, que también pidieron patines eléctricos, de moda en los últimos meses.

Más sencillos eran ayer los gustos de los pequeños, que sobre el regazo de Papá Noel balbucearon su petición: «un camión rojo», «una muñeca» o «un balón de fútbol y pistolas», entre otras muchas cosas.