La experiencia es un grado, sobre todo en el sector cárnico donde cada vez hay más competencia. Don Bernardino lleva más de medio siglo elaborando jamones serrano, ibérico y curado. Es una empresa familiar que comenzó su andadura de la mano de Don Bernardino Muñoz, quien en los años 60 apostó por la elaboración de este manjar de la dieta mediterránea. «Somos por lo tanto una empresa de hoy, pero con raíces en el pasado, que se dirige al futuro respetando la tradición y el buen hacer en el sector cárnico. Una tradición inculcada de padres a hijos, dando a cada pieza de jamón un mimo y cuidado especial, y prácticamente personalizado, para que llegue a la mesa con la calidad, presentación y seguridad que requiere un producto como éste, para consumidores exigentes», explica el gerente de Sucesores de Don Bernardino S.A., Manuel Muñoz Esparza.

El producto que elabora la marca es principalmente jamón en tres grandes categorías: serrano, ibérico y curado. «Cada una de ellas se rige por unas exigencias en cuanto a meses de curación mínima, peso y origen del porcino. Lo que como consecuencia, establece una variedad de características organolépticas y fisicoquímicas, así como de diferentes productos y formatos para cada una», apunta Muñoz, quien recuerda que entre sus productos también destaca el lomo curado.

Según indica el gerente de la firma, «lo que diferencia a los jamones Don Bernardino de otros es nuestro valor diferencial, que se basa en los siguientes requisitos indispensables de nuestra cultura empresarial, y que se tienen en cuenta en todo proceso de producción y comercialización de nuestros productos: calidad, tradición, compromiso, trato personal y directo con el cliente, garantía y experiencia. No hay que olvidar que nuestros consumidores son exigentes y debemos ofrecerle lo mejor».

Actualmente, Don Bernardino se encuentra en la fase inicial para el desarrollo de nuevos productos. «Debido a que hoy en día nos encontramos con numerosas marcas que ofrecen jamón y derivados, con infinidad de formatos diferentes, debemos saber adaptarnos a las nuevas necesidades y tendencias de consumo. Aunque como comentábamos antes, el tradicional amante del jamón es un cliente al que le gusta probar el producto con los cinco sentidos. Lo que supone una verdadera experiencia gastronómica, que va más allá de la propia degustación», concluye Muñoz.