El Papa Francisco proclamó ayer al primer santo hispano de Estados Unidos, Junípero Serra, en una ceremonia multitudinaria en la Basílica Inmaculada Concepción en Washington, dentro de los actos de su viaje oficial a América que esta realizando durante toda la semana.

Las reliquias del fraile, natural de Mallorca, estuvieron expuestas dentro de un estuche que tenía la forma de la Cruz de Caravaca, que durante casi ocho siglos se venera y custodia en la Ciudad Santa del Noroeste murciano.

El primer Santo hispano en Estados Unidos llevó la Cruz de Caravaca en las nueve misiones que fundó a lo largo de su vida, con las que, en palabras del pontífice, «buscó la defensa de la dignidad de los nativos», matizando que «supo dejar su tierra, sus costumbres, se animó a abrir caminos, supo salir al encuentro de tantos aprendiendo a respetar sus costumbres y peculiaridades».

La ceremonia de canonización se celebró en el exterior del Santuario nacional de la Inmaculada Concepción y a ella asistieron unas 25.000 personas, muchas de ellas hispanos.

Serra sube a los altares por el impulso de Francisco, quien lo ha proclamado sin que se haya confirmado un segundo milagro del santo, necesario para poder ser elevado a los altares.

Sobre ello, Francisco explicó el pasado enero que decidió elevar a los altares a Junípero Serra y a otros beatos por lo que se llama una canonización equivalente, es decir sin la necesidad de aprobar un milagro y debido a la probada veneración popular.

«He decidido canonizar a aquellos que hicieron una gran labor de evangelización y que recogen el espíritu evangelizador de la 'Evangelii Gaudium' (su exhortación apostólica ´La alegría del evangelio´)», explicó Francisco en su viaje desde Sri Lanka a Filipinas.