Norman y García se llevan un cuarto de siglo. El australiano fue número uno durante cuatro temporadas distintas y jugando a ambos lados del Atlántico. El único hasta la fecha que lo ha logrado. Ganó la Orden de Mérito en 1982 y encabezó la lista de ganancias en Estados Unidos en 1986, 1990 y 1995. Además, su palmarés presenta 84 victorias en todo el mundo, incluidos dos títulos de Grand Slam, los Open Británicos de 1986 y 1993.

García es en la actualidad el noveno mejor jugador del mundo y sigue en camino de convertirse en el número uno, pero aún no ha sido capaz de conquistar uno de los cuatro torneos de ´Grand Slam´ que se disputan cada año, que en este deporte supone algo así como lograr el doctorado.

"Sergio nunca me ha pedido consejo de cómo ganar un ´Grande´.

Pero si me lo pidiese le daría información al respecto. Sergio tiene la habilidad necesaria para conseguirlo. Sólo le falta confianza.

Pero de esto prefiero hablar en privado", comentó Norman ante una nube de informadores reunidos en Madrid en torno a su figura, la de uno de los mejores jugadores de golf de todos los tiempos que jugará en Borriol su quinto torneo del año.

Norman, con sus impecables 82 kilos en su esqueleto de 1,83 de estatura, repasó las cuatro esquinas del deporte del golf. Avisó de los peligros de no frenar el avance de las nuevas tecnologías aplicadas a palos y bolas, del daño que puede suponer para el golf global la enorme distancia entre el circuito americano y el resto por culpa de los contratos televisivos, echó de menos figuras carismáticas en los campos de golf como Lee Trevino -dijo que Sergio tiene algo de ello- y se mostró sorprendido por el crecimiento de los premios en Estados Unidos, que el año que viene alcanzará la cifra récord para un solo torneo de 10 millones de dólares.

"El golf es un negocio, pero mucho cuidado con ese crecimiento.

Hay que encontrar un techo. A los jugadores les encanta la idea de jugar por esa bolsa, pero debieran pensar más en el futuro de este deporte, en sus hijos", advirtió el "Tiburón Blanco".

Norman, no obstante, forma parte ya de este negocio global del golf. El australiano fue un próspero jugador de golf, pero se hizo multimillonario poco después. Diseña campos de golf -en España prepara cuatro proyectos-, creó su propia línea de ropa y, de vez en cuando, disputa algún torneo de golf oficial.

"He tenido muchísima suerte en mi vida. Con 24 ó 25 años no soñaba con nada de esto, con lo que golf me ha dado. Soy un hombre afortunado y estoy por ello agradecido. Es posible que muchos jugadores hubiesen cambiado sus carreras por la mía", señaló.

"Ahora sólo me entreno para preparar estos torneos. No sé qué resultado puedo hacer", comenta Norman, quien hace tan sólo tres años firmó 69 golpes en la primera ronda del Open Británico disputado en el Royal St.George que le llevó de inicio al segundo lugar.

Norman, una leyenda viva, estará desde el viernes en el campo del Mediterráneo, ¨en casa de su futuro yerno? "La relación entre mi hija y Sergio les concierne sólo a ellos. Juntos parecen muy felices. Veremos...".