La cuarta generación del exitoso compacto francés ha mejorado en todos los aspectos y se sigue produciendo en nuestro país: su ensamblado se hace en Palencia, los motores llegan de la factoría de Valladolid y las cajas de cambios se fabrican en Sevilla. Así, alrededor del 80 % de sus componentes tienen origen nacional, una garantía de un país que manufacturó para la marca del rombo sólo el año pasado un total de 1,5 millones de motores, más de 1 millón de cajas de cambios y medio millón de coches.

Doce veces líder absoluto de nuestro mercado (nueve veces consecutivas), con más de 1,4 millones de unidades matriculadas desde su llegada en 1996, se ha planteado para más de 50 países, con una gama basada en una carrocería de cinco puertas, a la que se le acaba de sumar la familiar y pronto llegará el sedán que sustituirá al Fluence. No están previstas para esta entrega las variantes de tres puertas y descapotable, ya que según los responsables de la marca están desapareciendo dentro de un formato en el que lo más importante es la practicidad.

El nuevo Mégane propone un diseño más pasional, en el que destacan las ópticas cuya firma luminosa le distingue del resto del tráfico, igual que detrás, donde los pilotos crean una línea horizontal que aumenta la sensación de amplitud. Una sensación que se confirma al entrar y situarse en las plazas delanteras, que tienen el espacio de una berlina, o detrás, donde se nota el aumento de la distancia entre ejes, con más hueco para las piernas. El maletero tiene 384 litros de capacidad, ampliables hasta los 1.250 litros si se abaten los asientos traseros. Estas mayores cotas de habitabilidad y carga vienen dadas por el crecimiento de la nueva generación, más larga, más ancha y un poco más baja que la anterior, basada en la plataforma modular que también emplea la berlina Talisman.

La carga tecnológica de la nueva entrega le coloca como uno de los referentes al contar con elementos inéditos en su clase, como la información proyectada en una lámina delante del parabrisas (´head-Up Display´) en color y más configurable, el sistema multimedia ´R-Link 2´ que puede incorporar una pantalla de 8,7 pulgadas en vertical (como ya vimos en el Espace y el Talisman) y el eje trasero direccional que mejora la estabilidad a altas velocidades y ´acorta´ el coche en maniobras en ciudad. Siguiendo con el tema del equipamiento, el nuevo compacto monta varios sistemas de ayuda a la conducción, como el control de velocidad adaptativo, la frenada de emergencia asistida (puede detener el coche ante un peligro si el conductor no actúa), las alertas por cambio involuntario de carril, distancia de seguridad y de objetos en el ángulo muerto, el reconocimiento de señales de tráfico, el aparcamiento asistido y el cambio de luces de cruce y carretera inteligente.

En materia de mecánicas, la gama está compuesta por tres propulsores diésel de 90, 110 y 130 CV y otros tres de gasolina con 100, 130 y 205 CV. Próximamente se completará el plantel con otro diésel de 165 CV. Las cajas asociadas son manuales de seis velocidades, excepto en el caso del gasolina de 205 CV, que es automática de doble embrague de siete relaciones. Para el diésel de 110 CV, la unidad que hemos probado, hay en opción otro cambio automático de seis marchas. Nosotros lo hemos disfrutado en la versión manual.

Pesar 90 kg. menos que la generación precedente, permite al Mégane ganar agilidad y ajustar sus consumos. El motor de esta prueba sorprende por sus reacciones, parece que rinde más potencia de la anunciada y trabaja siempre con un silencio más propio de vehículos de segmentos superiores. Dado el equilibrio que ofrece, se nos antoja la versión de 130 CV para quien vaya habitualmente más cargado o prefiera una conducción más decidida, aunque la diferencia de respuesta entre ambos no es muy notable y el sobreprecio con el motor de 130 CV es de alrededor de 1.300 euros. Nuestro Mégane dCi de 110 CV responde bien a partir de unas 1.800 rpm y estira con garantías hasta las 4.500. Es tan silencioso que ni siquiera a altas vueltas emite un ruido incómodo. La caja de cambios asociada, manual de seis relaciones, se deja manejar con fluidez y es cómoda para el conductor por la posición en la consola (es algo común al resto de los mandos para conducirlo).

En el apartado del consumo, si bien no hemos conseguido la cifra de homologación de 3,7 litros por cada 100 km, rondar los 5 litros en un uso mixto (más por ciudad que por carretera, todo hay que decirlo), nos parece muy interesante para un compacto de este tipo. En este sentido nos ayuda el modo de conducción ´Eco´ (hay otros que priman la comodidad o la dinámica, además de su personalización) que cambia varios parámetros del coche para conseguir ahorrar combustible.

El Renault Mégane, en su cuarta entrega, va dispuesto a liderar un segmento muy competido. Nos ha parecido tan buen producto que debería ser una de las opciones para quien desee un compacto estéticamente muy atractivo y con muchas posibilidades de equipamiento (algunas de ellas inéditas en su clase). Unido al excelente motor diésel de 110 CV, resulta equilibrado por ahorro y prestaciones. En ese caso, los precios parten desde los 20.400 euros. Si optamos por añadirle el cambio automático, sumaremos 2.000 euros a esa cifra de partida.