El Audi RS7 Sportback, una de las cumbres de la marca, presenta unas credenciales que ensombrecen a muchos deportivos de renombre. Por eso, después de haber tenido la oportunidad de probarlo con detenimiento, francamente no sabemos si asombra más por sus 560 CV o por la forma de digerir y reaccionar ante esa fuerza. Naturalmente hay más cosas, como el interior de una de las mejores berlinas del momento o una carta de elementos que sobrepasa lo imaginado.

Pero antes de nada, conviene poner las cosas en su contexto. Derivado del A7, el RS7 Sportback se sitúa en lo más alto de su familia, por delante del ya potente S7 de 450 CV y compartiendo mecánica (y más cosas) con el también tremendo RS6. La carrocería de estilo coupé de cinco metros de largo (y 1,91 metros de ancho) se viste con ópticas de led para todas las funciones, paragolpes con tomas de aire sobredimensionadas con parrillas de nido de abeja, unas llantas que pueden ser de hasta 21 pulgadas (unas de las más extremas que han pasado por nuestras manos), y un difusor que se rubrica con dos escapes de gran tamaño.

Dentro encontramos detalles específicos, aunque el ambiente en general se acerca más al de un coche señorial muy alto de gama que al de un deportivo de semejante poder. El puesto de conducción ya es bueno en toda la gama A7, gracias a sus posibilidades de regulación; en nuestro protagonista es todavía mejor por los asientos específicos que sujetan más la espalda en curvas. El resto del habitáculo es el mismo que el de sus hermanos, con buen espacio en la fila trasera y un maletero enorme de 535 litros.

Hasta aquí la parte burguesa y refinada. A partir de ahora nos dejamos apoderar por la lujuria de su bloque de ocho cilindros en ‘V’ y cuatro litros de cubicaje con dos turbocompresores, que dejan en evidencia los más de 2.000 kg del conjunto. Estos 700 Nm de par entre 1.750 y 5.500 rpm catapultan al RS7 hasta los 100 km/h desde parado en 3,9 segundos, y alegremente saltaría los 250 km/h de punta si no fuera por la limitación electrónica. Si esto nos parece poco, el paquete ‘Dynamic Plus’ eleva hasta los 305 km/h la velocidad máxima. A la altura del propulsor está la caja de cambios automática de ocho relaciones ‘Tiptronic’ con selectores en el volante. Es tan buena, que no se nos ocurre otra mejor para este vehículo. La guinda a la sublime cadena cinemática la pone la tracción total ‘Quattro’, que reparte la fuerza bestial entre los dos ejes primando la motricidad, junto a un diferencial trasero electrónico que ayuda a redondear la trazada.

En el capítulo del gasto también nos ha sorprendido, porque, pese a toda la ingente caballería, el RS7 tiene un consumo más que razonable a un ritmo legal, con una media de 9,5 litros por cada 100 km. Obviamente sube si le pisamos, porque el V8 no se alimenta sólo de aire, pero los valores nos han parecido coherentes. Hay medidas de ahorro en ese sentido, como una desconexión selectiva de cilindros para funcionar con cuatro en bajos requerimientos.

Dado el nivel del vehículo y su carga tecnológica, haría falta mucho más espacio para comentar todo lo que incluye. Aun así podemos mencionar lo más visual, como la pantalla de 8” que emerge del salpicadero con el sistema multimedia, las ayudas a la conducción (el programador de velocidad con radar, el asistente de mantenimiento de carril o la cámara de infrarrojos para ver peatones de noche), además de un sinfín de elementos de serie en un coche que cuesta 138.780 euros. Un precio sin duda a la altura de las prestaciones.