El depuesto presidente hondureño, Manuel Zelaya, fue expulsado del país por el Ejército y destituido por el Congreso el pasado 28 de junio tras enfrentarse a la mayor parte de los poderes del Estado por la celebración de un referendo con miras a una reforma constitucional.

Zelaya fue trasladado a Costa Rica a la fuerza por los militares y el Legislativo nombró en su lugar de forma interina al que era hasta entonces presidente del Legislativo, Roberto Micheletti.

El gobernante de facto, cuya legitimidad no ha sido reconocida por la comunidad internacional, ha rechazado el clamor mundial para restituir en el poder al presidente depuesto y ha afirmado en varias ocasiones que si regresase al país sería juzgado por traición.

Zelaya ya había intentado retornar en dos ocasiones a Honduras. En la primera, el 5 de julio, intentó aterrizar en Tegucigalpa en un avión del Gobierno venezolano procedente de Washington, pero se lo impidieron los militares, que obstaculizaron la pista de aterrizaje en medio de una gran manifestación en favor de Zelaya.

En la segunda, el 24 de julio, llegó por tierra desde Nicaragua a través del puesto fronterizo de Las Manos, pero regresó – tras permanecer dos horas en la zona neutral – ante la presencia de contingentes militares en el lado hondureño con la orden de detenerle.