Rafa Serna, encargado de abrir la tercera de la Feria de Blanca, tuvo que salirse a los medios para meter al novillo en el capote. Tras la suerte de varas, realizó un quite por chicuelinas.

Antes de comenzar la faena de muleta, su peón El Ruso, estuvo a punto de recibir una cornada, cuando se vio sorprendido por el novillo contra las tablas; afortunadamente todo quedó en un susto.

El sevillano, con la muleta, dio las pausas y tiempos adecuados dando las características del novillo: noble y con firmeza, al que le faltó descolgar un poco para pasar de novillo de entrenamiento a un utrero sensacional, no obstante Serna aprovechó las cualidades del toro para dejar varias tandas de toreo en redondo, así como buscarle el pitón izquierdo, que resultó menos claro.

En la última fase de la muleta, regresó a la derecha para lograr otra tanda, incorporando molinetes y diversos adornos. Concluyó la faena en la suerte natural con una estocada tendida y algo descolgada que fue suficiente, recibió un apéndice.

En el segundo de su lote, comenzó la faena pegado a las tablas, teniendo que ganar terreno para sujetar a su rival, que tenía más tamaño y cuajo. El utrero rompió con la muleta, donde mostró una gran clase, permitiendo al sevillano gustarse en series en redondo, y al natural de estimable belleza y gusto.

Cerró la faena en los terrenos del toro con un cambio de manos muy jaleado por el público. Finalizó la faena con cuatro manoletinas para dejar una estocada en todo lo alto, que fue suficiente para desorejar a su enemigo.

El espigado Curro Moreno era la segunda vez que se vestía de luces en España. Sin embargo con el capote estuvo muy vistoso corriendo el capote a manos bajas. Con la muleta no sentó los pies en la arena hasta bien iniciada la faena, que comenzó con el toreo en redondo de manera muy atropellada. La faena cobró altura y nivel cuando el joven baezano echó la muleta a la izquierda, dejando diez naturales de excelente trazo y hondura por ese pitón, donde el novillo iba mucho más claro. Desplante y manoletinas para cerrar la serie. Concluyó con estocada que hizo guardia y media en lo alto que bastó, ovación y vuelta al ruedo.

Cachivacho, el número 59, fue el mejor novillo de la feria, el de mayor tamaño, y con ello trajo la mejor faena. El joven Curro Moreno lo entendió de principio, y después de realizar una excelente faena con el capote, vio que tenía un pitón derecho excepcional y por ahí derramó el toreo clásico con sabor a gloria en tandas interminables por la derecha, templando con la muleta restregándola por el suelo en un ramillete de excelentes naturales. Al baezano se le veía disfrutar y relajarse por momentos, quebrando la cintura en cada uno de sus muletazos, que fueron jaleados continuamente por el respetable. No hacía falta que pusiera, rodillas en la arena, para rubricar la mejor faena de toda la feria, aún así lo hizo, volviendo a levantar el clamor en los tendidos. Concluyó de estocada, que no bastó, por lo que tuvo que usar el verduguillo hasta en cinco ocasiones, perdiendo así toda posibilidad de obtener el mayor número de trofeos en la Feria de Blanca; consiguió un apéndice.

En el tercio de banderillas se desmonteraron sus peones, el Bolo, hijo del matador de toros linarense José Fuentes, y el Ruso quien además agradeció a la Virgen Blanca el quite que le hizo, desde el monte, cuando fue prendido junto a las tablas en el primero novillo de la tarde.

Una feria que fue un triunfo para la nueva empresa por la presentación y juego de los novillos y volver al sistema de tres novilladas.