El asombro literario del s. XX

La llamada de atención a la inmensa calidad literaria de Miguel Espinosa vino de fuera de la Región, aunque en el ambiente profesional de las letras y en el universitario ya estuviera constatada. Bastaron algunas señales de los críticos literarios referenciales del medio siglo: Gonzalo Sobejano, Rafael Conte, Juan Ramón Masoliver... Algunos de nosotros oímos, cara a cara, el consejo del profesor Enrique Tierno Galván, que había vivido destierro en Murcia: «Estén atentos a lo que en Murcia se hace en literatura». Él mismo había prologado el primer texto publicado por Espinosa, R eflexiones sobre Norteamérica, en la editorial Revista de Occidente.

Espinosa participaba en una tertulia en el Bar Santos, de Murcia; en el mismo local yo estaba en la de los cineastas y pintores. Enfrente, unos pocos amigos junto al escritor. Me contaba muy recientemente el exlibrero Gabriel Batán (Yerba) que él se sentaba en las proximidades para escuchar.

Escuela de Mandarines había sido en 1974 Premio Ciudad de Barcelona, el más prestigioso de la época, que también disfrutó el lorquino Castillo-Navarro en otra edición. Un público interesado empezaba a leerle y a curiosear e interpretar la verdadera personalidad de los protagonistas de la obra, que se decía correspondían a personas reales de la vida murciana. Recuerdo apuestas al respecto. Espinosa sugiere, cuenta y dice con severidad sobre aquella etapa, pero el intento de reducir su crítica al franquismo o a la institución univesitaria saltó por los aires cuando con el paso del tiempo se pudo comprobar que su obra sobrevive a las circunstancias temporales y se refiere a cualquier sistema de poder, lo que la convierte en plenamente contemporánea. La crítica llegó a identificarlo con el Cervantes del siglo XX, capaz de crear nuevos paradigmas para nuestro tiempo.

En 1980 publicó La tríbada falsaria. Pero el destino de Miguel Espinosa era la muerte temprana, un hachazo, un infarto de miocardio fulminante que dio fin inesperadamente a su vida. Comenzaba abril de 1982. Por suerte su memoria y obra quedaron a salvo y se vieron publicadas, de forma póstuma, importantísimas ediciones que completan a un extraordinario autor. La Tríbada confusa (1984); Asklepios, el último griego (1985); La fea burguesía (1990); Canciones y decires (2004) e Historia del Eremita (2012). Existen todavía piezas inéditas, como sus Cartas morales, o una versión de Escuela de Mandarines que tituló La Feliz Gobernación y que sería necesario publicar. Para la serie de TVE El libro que viaja se rodó en 1988 una secuencia de Asklepios. La Editora Regional tuvo la fortuna de poner en marcha algunas primeras ediciones de uno de los escritores murcianos de la excelencia.

Espinosa es un autor de culto, secreto, pero admirado por muchos lectores y críticos que lo sitúan en la cumbre de la literatura española del siglo XX. Un auténtico heterodoxo.