Hace un año, nada más acabar la primera vuelta del campeonato liguero, el murcianismo tenía claro quién era el culpable de que el Real Murcia solo llevara 30 puntos en la clasificación y no hubiera pisado ni una jornada los puestos de play off. El responsable que todos señalaban no estaba en el césped. Tampoco en el banquillo. Para encontrarlo había que mirar a las oficinas, concretamente al despacho del director deportivo. Porque era a Guillermo Fernández Romo al que se apuntaba como autor de unos números poco acordes con un club que estaba obligado a ascender sí o sí. Y es que en diecinueve jornadas, el equipo confeccionado por el madrileño y entrenado por Paco García solo había sumado 30 puntos -9 victorias, 3 empates y 7 derrotas-.

Justo 365 días después, el Real Murcia ha cerrado la primera vuelta de la campaña 17-18 con 30 puntos, los mismos que el año pasado por estas fechas. Sin embargo, Guillermo Fernández Romo lleva doce meses sin pisar Nueva Condomina. A la vez que el madrileño era despedido el 28 de diciembre de 2016, Deseado Flores aterrizaba en el club de la mano de Raúl Moro para autoproclamarse director deportivo. Después de modificar completamente la plantilla en el mercado de invierno, el ascenso no se hizo realidad, por lo que el hostelero elevó su apuesta el pasado verano, cuando volvió a asumir toda la responsabilidad para hacer fichajes a su gusto.

Y lo hizo siguiendo un camino completamente opuesto al del año anterior. Si con Martínez Abarca en la presidencia, Guillermo Fernández Romo apenas tuvo margen de movimiento al contar con un presupuesto muy limitado; con la permanencia de Raúl Moro se tiró la casa con la ventana, hasta el punto de romper el mercado. Así, el Real Murcia pasó de contar con una plantilla cuyo salario medio era de 30.000 euros -los jugadores mejor pagados no sobrepasaban los 45.000 euros y había futbolistas que ganaban menos de 20.000- a confeccionar el equipo más caro del Grupo IV como demuestran las fichas de por ejemplo el meta Biel Ribas -90.000 euros- y el central Pedro Orfila -100.000-, aunque Fede Vega, David Sánchez y Pedro Martín, entre otros, tampoco se quedan muy atrás.

Las diferencias en las cuentas bancarias de los jugadores de una y otra temporada no han quedado demostradas en el terreno de juego. Tras diecinueve jornadas disputadas, el «súper equipo» del que hablaban los expertos el pasado verano todavía no ha aparecido. Por lo menos eso dicen los números y las sensaciones. Ahora mismo, con la competición afrontando las primeras horas del parón navideño, el Real Murcia tiene 30 puntos. Aunque Salmerón ha logrado reconducir la situación, la racha actual no ha dado para pisar la zona de play off ni para mejorar a los Golobart, Diego Benito, Titi y compañía. En total se han conseguido 8 victorias, 6 empates y 5 derrotas.

La curiosidad llega cuando los datos se comparan con los de la pasada temporada. Pese a las enormes críticas que recibieron los jugadores que llegaron en verano de 2016, los números les igualan a los futbolistas que actualmente visten de grana. Treinta puntos fueron los logrados por el conjunto entrenado por Paco García, que incluso consiguió una victoria más que el actual Real Murcia -9 victorias, 3 empates y siete derrotas-. En cuanto a goles, ambos equipos han encajado en el mismo periodo 17 tantos. Por su parte, en la faceta goleadora gana la actual plantilla -25 por 18-.

La suerte para el Real Murcia es que este curso el Grupo IV es el más flojo de los últimos años. Hasta el momento ningún equipo ha conseguido grandes diferencias. De hecho hay once puntos de diferencia entre el líder, que es el Cartagena, y el decimotercero, que es el Écija. Esa igualdad hace que los granas, pese a una irregular primera vuelta, estén enganchados a la cabeza. Ahora mismo tienen al UCAM, que es cuarto, a tres puntos, y el primer puesto está a seis.

El pasado curso, por su parte, los murcianistas, con 30 puntos como ahora, estaban a cinco del cuarto clasificado y a diez puntos del líder, que en aquel momento también era el FC Cartagena (40).