26 de febrero de 2017. José Antonio Belmonte Pérez, más conocido como Titi, marcaba su duodécimo gol de la temporada e impulsaba al FC Jumilla al séptimo puesto de la clasificación. Con sus tantos, la fiesta estaba asegurada en La Hoya. Pero, una vez más, una lesión de gravedad ponía a prueba su fortaleza. Sería una semana después en el campo del Mancha Real. Su rodilla volvía a decir basta y el atacante abandonaba el terreno de juego en el minuto 50. Las malas noticias se fueron sucediendo conforme pasaban los días. Una rotura del ligamento cruzado, misma molestia que cortó su progresión en el UCAM, le llevaba al quirófano y le dejaba más de ocho meses KO.

'#NoTitiNoParty' fue el hastag con el que los aficionados al fútbol murciano lamentaban la ausencia del que hasta ese momento era uno de los delanteros más en forma del Grupo IV, de hecho sus goles en la primera vuelta con el FC Jumilla le llevaron a estar en la agenda de varios clubes en el mercado de invierno. Uno de los que más apostó por él fue el FC Cartagena de Paco Belmonte, sin embargo a última hora las negociaciones se rompieron al no pagar los albinegros el importante traspaso que exigían desde La Hoya.

De que su nombre fuese habitual en los titulares de las crónicas del Jumilla, Titi pasó a verse inmerso en un proceso de recuperación en el que la soledad de los gimnasios poco tiene que ver con la alegría que dan los goles y las victorias. Con la experiencia que da haber superado ya una lesión idéntica y con el apoyo de su familia, el delantero fue superando plazos y quitando hojas del calendario.

Llegó el verano y se abrió el mercado de fichajes, pero Titi seguía trabajando en solitario, sin una camiseta que lucir cuando recibiera el alta médica. Con el FC Jumilla acabó su contrato el 30 de junio, y en el club vinícola, los mismos que le habían impedido salir a Cartagena, se olvidaron de tenderle una mano para que, una vez recuperado, siguiese dando alegrías en La Hoya. Sin embargo, en agosto, todo cambió.

La llegada de Guillermo Fernández Romo, quien se puso al frente de la dirección deportiva y que sabía que Titi era un jugador prioritario para el proyecto vinícola, desbloqueó la situación a base de insistencia, consiguiendo que el delantero aceptase la renovación para seguir en casa.

Lo que parecía un divorcio sin vuelta atrás se convirtió en un matrimonio basado en la confianza. De hecho, pese a que en las oficinas de La Hoya sabían que el jugador no podría estar disponible hasta finales de año y a que el técnico Ángel Cuella apostaba por utilizar esa plaza para realizar otro fichaje, no dando de alta al murciano hasta enero, Fernández Romo hizo prevaler su apuesta, decidiendo que Titi tendría su plaza asegurada entre los 23 jugadores de la plantilla.

Y no se equivocó el madrileño. Porque el pasado 5 de noviembre Titi volvió a vestirse de corto. Fue en Nueva Condomina. Apenas estuvo en el terreno de juego diez minutos, pero para el '9' fueron suficientes para saber que el final de un camino largo y oscuro estaba llegando a su fin.

Paso a paso, con una estrategia diseñada para no recaer de la lesión, el jugador lleva varias jornadas saltando al césped en las segundas partes. Jugó tres minutos frente al Badajoz, siete ante el Betis B y 25' el domingo en el choque contra el Lorca Deportiva.

Casi media hora sintiéndose futbolista, casi 30 minutos en los que ya da tiempo a disfrutar sin sentir que el colegiado va a señalar de un momento a otro el final. Y vaya si disfrutó Titi, porque, en la primera oportunidad que se vio con tiempo por delante, el murciano avisó a sus amigos y a sus seguidores de que está de vuelta y que, después de nueve meses en la sombra, tiene muchas ganas de fiesta.

Nada más salir se probó con un disparo que se marchó cruzado y en el minuto 91 demostró que ni dos lesiones graves ni casi un año de baja van a conseguir que se le olvide marcar goles. Tampoco celebrarlos, porque nada más batir a Simón Ballester y poner el 2-0 en el marcador, resultado que además confirmaba el triunfo de un Jumilla necesitado y que ya está más cerca de salir de la zona peligrosa, el murciano se marchó a la grada para celebrarlo con su familia.

No fueron los únicos que quisieron compartir la alegría del jugador y el inicio de una nueva etapa. Sus compañeros, los que estaban en el terreno de juego y los que veían el choque desde el banquillo, se lanzaron a por él para recordarle que ellos son los primeros que no están dispuestos a quedarse sin invitación para la fiesta.

«Hay que ir paso a paso», explicaba Pato cuando se le preguntaba por la posibilidad de que Titi empiece a entrar en el once titular del Jumilla. Nadie en el club quiere precipitarse, saben que el delantero murciano tiene que ir cogiendo el ritmo, sentirse bien y al cien por cien, pero la baja de Caye Quintana, que no podrá jugar el próximo domingo en el campo del Linense por sanción, abre una nueva posibilidad. Podría ser ese día el que Titi se haga la foto con el once inicial, o podría ser una semana después. Da igual siete días que catorce, porque Titigol ya está de vuelta, y nadie quiere perderse la fiesta.