¿Desde cuándo hace deporte?

Desde niño. Con 7 años empecé con el atletismo y a los 13 o 14 me inicié en el ciclismo. Desde entonces no he dejado el ciclismo y también he tenido algunas fases en las que he disputado triatlón, modalidad en la que fui campeón de España de triatlón cross en 2013.

¿Y cómo le dio por escribir un libro de los puertos de los Pirineos?

Siempre me ha gustado leer y escribir sobre deporte. Había publicado algún artículo en revistas especializadas de ciclismo, pero nunca se me había ocurrido hacer algo así. Sin embargo, en 2015, en el tercer viaje que hice a los Pirineos, me di cuenta de que aquello me inspiraba mucho la vena creativa.

Se habrá recorrido palmo a palmo los puertos.

Sí, en Pirineos he hecho más de 50 ascensiones y unas 37 cumbres. El libro recoge 33 puertos, los más importantes, porque no solamente los he destacado por su dureza, sino que también me he centrado en su historia, que es uno de los grandes reclamos del libro. Hay puertos duros en casi todas las cordilleras del mundo, pero no tienen la historia de los pirenáicos, porque está detrás el Tour y la Vuelta a España, que les rodea de mística.

¿Qué puertos le han llamado más la atención?

Los grandes colosos del Pirineo, como Aubisque, Soulor, Hautacam, Tourmalet, Luz Ardiden y Aspin, que son los que más impactan por dureza, historia y todo. Luego hay un ramillete en un segundo escalón, como Pierre Saint Martin, que en 2015 fue incluido como final de etapa del Tour de Francia y antes solo se había transitado una vez por su cumbre en 2007, que es demoledor, auténticamente salvaje, y ahí fue donde Chris Froome destrozó a todos sus rivales y sentenció la carrera.

¿Y alguno de los más desconocidos?

Port de Balés también es salvaje y relativamente moderno, muy impresionante. Y quizás también añadiría otros de la zona oriental de la cordillera, el Col de Pailhères, y los andorranos, que son brutales. En el libro recojo toda la altimetría y es cierto que no tienen la historia de otros, pero simplemente porque se descubrieron más tarde. En la zona andorrana el más famoso es Ordino Arcalís, pero los que más impactan son los de nueva generación, que hasta hace poco eran caminos pastorales y que se han pavimentado ahora porque el ciclismo vive un momento de ebullición.

Es que el ciclismo es una gran fuente turística.

Sí, de hecho, Andorra, que ya tiene explotado el turismo de invierno con la nieve, ahora está haciendo el de verano con el ciclismo. Han encontrado un filón y han pavimentado unos puertos que hasta ahora eran impracticables, como la Collada de la Gallina y Collada de Beixalís, que se transitó en 2015 en la etapa más dura de la Vuelta a España.

¿Pero no es demasiada dureza ya para la alta competición?

Si hablamos de profesionales, no es demasiado. Nunca se habían estudiado tanto los puertos como ahora, que hay mucha más inquietud por conocer el pasado y la historia de las grandes vueltas, pero es un movimiento reciente. La mayor parte de la gente no conoce el origen del ciclismo, la base sobre la que se ha forjado la leyenda de las grandes vueltas, porque el ciclismo se ha humanizado mucho por muy deshumanizado que pueda parecer. El Tour, en sus inicios, tenía etapas de 400 kilómetros que duraban 18 horas. La primera etapa pirenáica fue de 326 kilómetros y se ascendía Peyresourde, Aspin, Tourmalet, Soulor y Aubisque, y no por carretera ni con apoyo de coches de equipos, sino por caminos de tierra. Aquello sí que era inhumano. Por mucho que se endurezca, el ciclismo, no llegará a las cotas de antes. El ciclismo se humanizó en los últimos 15 años por el dopaje, para controlarlo.

¿Cuánto tiempo le ha llevado escribir el libro?

Relativamente poco. No descubrí los Pirineos hasta 2014, cuando hice mi primer viaje, y aquello me impactó, pero entonces no se me pasó por la cabeza escribir nada. En 2015 me di cuenta de que no había ninguna guía y me animé. Me tiré tres años subiendo puertos y año y medio escribiendo.

¿Cómo ha conseguido editorial, porque eso es más difícil que subir el Tourmalet?

Creo que me he sabido mover y la calidad del trabajo ha hecho el resto. Cuatro editoriales estaban dispuestas a publicarlo, pero esto no lo hago con ningún fin económico, porque no voy a recuperar todo lo que me he gastado en los viajes. Me decanté por Sua Edizioak porque es muy específica de publicaciones de los Pirineos, aunque el Grupo Planeta también estuvo interesado.

Y el prólogo de Miguel Induráin, casi nada.

Se me están alineando todos los planetas y estoy teniendo una suerte impresionante. Han sido meses de gestiones y no ha estado clara la cosa hasta ahora, a principios de abril, que es cuando ha dado el sí.

En el libro escribe de Valverde. ¿Qué le parece que con 37 años siga ganando?

A Valverde lo conozco desde que tenía 13 años. Lo suyo es pura naturaleza. Por ejemplo, a Messi le da igual el entrenador que tenga, porque seguirá haciéndolo igual con otro, como ocurre con Valverde. Con la edad, si hay algo de merma física, lo que ha alcanzado es el estado de madurez del deportista, que es fruto del conocimiento que tiene de su profesión y de su cuerpo.

Pero con esa edad mucha gente lo ha dejado.

Es que Valverde se ha partido el pecho con ciclistas de muchas generaciones. Hay muchos jóvenes que han llegado ahora a los que está ganando. No veremos otro igual, pero no en Murcia, sino a nivel mundial. Lo suyo tiene mucho más mérito en el ciclismo actual que antes, donde todos los corredores lo corrían todo. Ahora están los especialistas y él les gana a todos. Estamos hablando de un tío que se pasa por el arco del triunfo todas las teorías y, encima, está muy controlado, ya que estoy seguro de que no hace nada ilegal porque lo pillarían.