La épica y el sufrimiento tienen mucho, mucho morbo. El UCAM está, desde el inicio de la temporada, abonado a la irregularidad, pero desde la llegada de Francisco el equipo ha sido capaz de dar un paso al frente para tratar de revertir esa premisa. Y junto al técnico, muchos otros jugadores que estaban defenestrados en la primera vuelta y que empiezan a resurgir de sus propias cenizas. Los Basha, Morillas, Hugo Álvarez o Natalio comienzan a demostrar el por qué se les fichó para este proyecto. Ese es el camino a seguir.

El triunfo de ayer era tan obligado como necesario. El UCAM estaba concienciado para ello, y el escenario y el rival eran propicios para dar un golpe sobre la mesa. Francisco rotó su alineación titular, pero los cambios más significativos fueron dos: dio entrada a un Basha cuya aportación en la medular sienta al equipo de maravilla, e incluyó a Natalio para actuar con libertad de movimientos detrás de Jona. Al propio Natalio, que falló dos oportunidades claras de gol, solo le faltó eso, marcar para firmar una actuación sobresaliente.

El UCAM no dudó y salió a morder a un Zaragoza que afrontaba el choque después de dos derrotas consecutivas. También era importante el ánimo de revancha hacia el conjunto maño, que superó con una facilidad pasmosa a los universitarios en la primera vuelta. Todo contaba para este partido, y el UCAM encaró el encuentro enseñando los dientes.

Las tres primeras ocasiones claras del duelo tuvieron color azul y dorado, bajo el sello y firma de Natalio. El delantero valenciano tuvo dos oportunidades clarísimas, especialmente la segunda, para adelantar a los suyos, pero Irureta le ganó ambos duelos para desesperación del jugador del UCAM.

Sin embargo, cuando se alcanzaba el minuto 26, una jugada relanzada por Jona y materializada tras tres toques serviría para marcar el tanto que a la postre daría esos tres puntos vitales. Jona recogió en mitad de campo, inició la carrera y efectuó la apertura a Natalio, que esperaba en el lado derecho dentro del área. De primeras, Natalio tocó para un Collantes que llegaba de cara desde la segunda línea: toque ajustado al palo con el interior de la bota derecha y gol ante la estatua de Irureta.

La presión elevada, el ritmo alto de ataque y la sujeción del centro del campo en las transiciones noqueaban al Zaragoza. El UCAM dominó en la primera parte a los maños como quiso.

Pero tras el descanso, el encuentro dio un giro de tuerca. El Zaragoza tomó aire y se adueñó del control del partido, marcando un tempo parsimonioso que el UCAM contenía encerrándose. Los visitantes lo intentaban por banda derecha, buscando siempre la espalda a Morillas y a Albizua, más sobrepasados por el trabajo de los maños en la segunda mitad. Por tanto, también Zapater y Cani hicieron gala de su visión para buscar esos espacios, surtiendo de balones a Ángel y Edu García. El propio Ángel consiguió plantarse en el área ante Biel Ribas en el 56', pero efectuó un disparo impreciso que se marchó por encima del travesaño.

También la tuvo Cabrera a balón parado, pero Biel Ribas atajó en el segundo palo achicando el testarazo del central zaragocista en la base del poste. Sin embargo, los locales están destinados a sufrir en la temporada de su debut en Segunda. En el 83', tras una jugada rocambolesca, el balón cayó a Dongou en el área pequeña, pero Albizua apareció providencial para meter la pierna y evitar el gol del empate sobre la línea de gol. El UCAM notaba la presión. El miedo en la afición estaba presente, ya que no habría sido la primera vez en la que los universitarios veían volar los puntos en los últimos minutos. La Condomina, no obstante, alentó a los suyos. El contragolpe era la única arma que quedaba a los de Francisco para firmar la sentencia. De hecho, Collantes pudo cerrar el partido en dos buenas oportunidades, estrellando la primera en el lateral de la red y cruzando en demasía la segunda ante Irureta.

No obstante, y tras un tiempo añadido en el que el Zaragoza lo intentó a la desesperada, los jugadores y los 3.000 valientes presentes en las gradas rugieron alzando los brazos al cielo. La llegada de Francisco ha dado alas al UCAM.