La Hoya Lorca cosechó una abultada pero justa derrota ante el Sevilla Atletico por 3-0. Sigue el maleficio de los equipos lorquinos, ya que ninguno ha logrado ganar jamás en la Ciudad Deportiva sevillista. En el partido de ayer, la velocidad de los locales evidenció las carencias, que son muchas, sobre todo en el centro de la defensa, de los hoyeros, quienes parecían fresitas pochas, ya que vistieron de rosa y no metieron ni miedo de medio campo hacia adelante. Con esta segunda derrota consecutiva se esfuma el efecto Gembao, el de las concentraciones y las primas por ganar.

Primera parte muy entretenida la disputada por dos equipos con buen trato de balón donde los lorquinos tuvieron más la posesión, pero la velocidad de los locales pusieron en serios aprietos la meta hoyera. Paco García introdujo en el once a cinco jugadores que no actuaron hace siete días. Esta vez, García recuperaba a todos los efectivos y pudo decidir el once con más garantías.

Volvió a colocar a los centrales de siempre, Mario Ramón y Antonio López, quienes por distintos motivos se habían separado. Muy desafortunados. El gran sacrificado fue Grego Sierra. Poley volvió al medio centro, con muchas dificultades para crear juego por la presión de los rivales, al igual que Álex Bernal. Los extremos, Roberto Alarcón y Rubén Martínez, demasiado pegados a la cal, no participaban, no le llegaban balones, pero ellos tampoco salían de su zona para participar más en el mismo. Les superaban siempre los laterales sevillistas. Carlos Martínez aparecía con cuentagotas, demasiado lejos del área y Ferrón, una isleta en ataque, con escasa aportación.

El juego veloz del filial sevillista, al que no le importó no tener el balón, junto a la calidad de varios de sus futbolistas como Carlos Fernández, Curro, Ivi, Cotán o Borja Lasso, sacaron a relucir las miserias de los hoyeros, siendo determinantes en el triunfo claro final.

La primera acción de peligro no se hizo esperar. No se había llegado al primer minuto cuando un balón procedente de un saque de banda, Antonio López no acierta en el despeje y Curro, quien salió veloz, se pasó de generoso en el último pase y benefició a los hoyeros, quienes se acercaron con peligro a los quince minutos. Álex Bernal envió un pase perfecto a un inédito Roberto Alarcón, pero el mal control le impidió plantarse ante José.

Los lorquinos querían marcar el ritmo del partido teniendo el balón. Sin pelotazos y jugando desde atrás sin prisa. Pero los locales, presionaban mucho la salida del cuero, muy encima de Poley y Álex Bernal, quienes tenían serios problemas para asociarse con Roberto Alarcón, Rubén Martínez y Carlos Martínez muy desaparecidos y demasiado lejos de los centrocampistas.

En los minutos diecinueve, veintidós y treinta, los sevillistas pudieron adelantarse. Carlos Fernández, auténtica pesadilla, en dos ocasiones y Curro, en la tercera, no supieron aprovechar la nefasta defensa de los visitantes. Francis Ferrón, de cabeza en el minuto treinta y cinco, pudo marcar pero el balón salió lamiendo el palo. Poley fue quien le puso el centro.

Antes del descanso, Salcedo atajó con acierto un disparo de Curro y en el área sevillista pudo haber penalti por manos de Diego González, las cuales el colegiado entendió involuntarias. En la segunda mitad, los hoyeros fueron un desastre de equipo a lo que volvió a contribuir el técnico, Paco García, errando una vez más en los cambios. Destrozó el medio campo y eso le pasó factura. Antes, los locales se adelantaron en el marcador a los siete minutos. La defensa hoyera, otra vez, unas madres, dejaron rematar a Carlos Fernández, quien batió a Salcedo. El balón entró con suspense, pero entre Antonio López y Alcántara se lo pusieron fácil al buen delantero sevillista.

Fue entonces cuando Paco García decidió hacer dos cambios, evidentemente buscando una reacción, pero le hizo un flaco favor a su equipo. Retiró a Álex Bernal y colocó a Pardo, otra vez, fuera de forma. No parece el mismo de la primera vuelta y otra vez fue amonestado. También entró Gassama por Alcántara. Con solo un minuto en el campo, llegó el segundo. Pelotazo de la defensa sevillista, Pardo no ganó el esférico por arriba en la parcela ancha, el cuero le cayó a Curro, quien lejos y escorado, sacó un zurdazo que sorprendió a Salcedo. Un golazo. Y se acabó el brócoli, cuya mecánica sigue gripada. El equipo lorquino desapareció del campo.

La zaga hoyera volvió a cubrirse de gloria en el minuto setenta y cuatro. Nefastos los centrales tirando el fuera de juego, Carlos Fernández agradeció el desajuste y batió a Salcedo por bajo. Peor imposible. Calidad exquisita del delantero local, pero que a buen seguro no se va a encontrar con defensas tan endebles como la hoyera a lo largo del curso.