La nota positiva del duelo regional de esta mañana fue que el inestable Jumilla, sin entrenador en el banquillo, continuará una semana más fuera de la zona de descenso. Con el terremoto institucional que vive el conjunto del Altiplano, sin duda es la mejor noticia. En el partido se mostró como un bloque bien cerrado, apenas concesivo y siempre peligroso a balón parado. Por momentos se vio acorralado; y a veces, sometido por un Cartagena que desde un principio quiso llevar la iniciativa y tuvo las mejores ocasiones del partido. Ha mejorado en sensaciones con Monteagudo en el banquillo, pero poco a poco, con el paso de las jornadas, se aleja del objetivo de la Copa del Rey. A lo que se puede agarrar, no obstante, es que aún quedan 12 jornadas por delante.

La iniciativa del Cartagena se tradujo en posesión y acercamiento por los costados, sobre todo por el izquierdo de Jesús Álvaro. Todo ello, bien cosido por un Chus Hevia imperial una vez más en la media punta: apareció mucho en esa zona, la removió y empezó a sacar tajada en forma de faltas a favor de su equipo. Por el contrario, el Jumilla utilizó la herramienta del balón parado para hacer daño, salvo alguna acción aislada de Albiol por la derecha. Luis Verdú apareció como un coloso para cabecear un par de saques de esquina. El hermano del albinegro Verdú se convirtió en el hombre más destacado de los vinícolas.

El Cartagena fue ganando terreno con el paso de los minutos. Los de Monteagudo se asomaron poco por la portería de Seral, pero cuando lo hicieron, eso sí, disfrutaron de las mejores ocasiones de la primera parte. Con Rivero en los mandos, Menudo se plantó delante del portero, lo dribló y casi prácticamente se disponía a celebrar el gol cuando el incansable Luis Verdú despejó la pelota debajo de la línea. Este Verdú es un multiusos, sirve para cualquier apaño: lo mismo marca el 1-0 que evita el 0-1. Su compromiso es ejemplar, sin duda.

Mientras Kondogbia se jugaba la expulsión y Perona hacía de entrenador, un disparo de Rivero forzaba la última jugada antes del descanso. Tras el parón, aparentemente no cambió demasiado la historia para el Cartagena, intenso e intimidatorio. Fue solo un espejismo, porque a partir de ahí el Jumilla se animó: hubo más movimiento en la zona de arriba y Etamané ya contaba con la compañía de Albiol y Christensen (entró por Kondogbia), que dio vida al ataque local.

El Cartagena dio un pequeño acelerón y se plantó en el área con una gran jugada colectiva. Menudo ajustó bien su disparo al palo largo, pero Seral hizo una estirada estupenda. Más tarde, en un centro de Jesús Álvaro, Chus Hevia tuvo la mejor ocasión del partido: sin oposición, con el portero batido y en los últimos minutos. El envoltorio era idóneo, pero el cabezazo del asturiano no encontró portería.

Al tramo final llegó mejor el Jumilla, que supo interpretar la situación y, a diferencia del oponente, jugó con paciencia y cabeza: cubrió bien la retaguardia, adelantó líneas, apretó arriba y no pasó apuros. Josico, suspendido de empleo y sueldo durante un mes, vio este punto de igualdad en la grada.