Seguro que ustedes, coincidiendo con esta época del año, se preguntan cada mañana qué ropa se ponen. Si eligen una combinación más veraniega o si se deciden por una opción de más abrigo. Y es que el otoño tiene eso. De la media manga mañanera pasamos a los tirantes a la hora de comer para cerrar la jornada con una chaquetilla que no viene mal a nadie. Y eso si nos quedamos solo con la ropa, porque qué les voy a decir de la elección de zapatos. Mientras unos se empeñan en alargar la vida de las sandalias, otros, más frioreros, apuestan por adelantar la época de botas.

Pues más o menos todas esas sensaciones son las que provoca el Real Murcia no solo durante los noventa minutos sino también de partido en partido. Ayer, esos cambios de temperatura, que se contagian a la grada como una gripe en invierno, fueron más evidentes que de costumbre. Hasta el punto, de dejarnos a todos un poco majaretas. Incluso al propio otoño.

La tarde comenzó ardiente. Se vio a un Murcia activo y apasionado, que apenas necesitó un cuarto de hora para lanzarse a la conquista de la chica más guapa de la fiesta, en este caso la portería del fondo norte defendida por Mateo. Sergio García y Germán Sáenz renunciaron a los preliminares. Iban al grano. Sabían cuál era el camino. Las bandas daban alas a los murcianistas a la vez que ahogaban al Linense. Pero, como diría Aira, el fútbol es demasiado complejo. Nada que ver con el amor.

Y cuando, animados por el fervor de los más fiesteros, todo el mundo estaba a punto de lanzarse a la pista de baile, surgió el mismo aguafiestas de siempre. Ahí estaba Carlos Álvarez para tropezar con el cable y dejar a la sala sin música. El asturiano, una vez más y ya van unas cuantas, remató un centro de lujo de Sergio García. El problema es que lo hizo en la dirección equivocada. Cuando la grada se preparaba para gritar gol, el balón, como el que prefiere amigos más divertidos, se encaminó al lateral de la red. El festival de música pasó a ser de errores. El delantero ovetense tampoco llegaría un minuto después a un centro puesto por Chavero, mientras que en el quince, después de un gran control, desaprovecharía otro pase del catalán. Entre medias fue Germán el que eligió mal. El esférico prefirió la dureza del palo a la celebración del atacante canario.

Como no es fácil que te digan 'no', el Real Murcia decayó hasta en el minuto 19 entrar en una profunda depresión. Todo sucedía después de un error de José Ruiz. Al valenciano, en un contragolpe del Linense, le tocaba abandonar la banda derecha para cubrir el hueco en la izquierda con la mala suerte de regalar el balón a Mauri. Satrústegui quiso arreglarlo y lo empeoró. Entró como un elefante en una cacharrería y derribó dentro del área al jugador de la Balompédica. Penalti, gol de Canario y primer cambio de temperatura en Nueva Condomina. Ya nadie se sentía cómodo con tirantes y bermudas, salvo Aira al que solo le falta acudir al banquillo en zapatillas de estar por casa.

Los primeros en notar la caída de varios grados en el termómetro fueron los jugones granas. Los intentos de Sergi Guilló, que volvió a tirar de repertorio para hacernos olvidar durante muchos instantes a Armando, y Chavero por hacer entrar en calor a sus compañeros eran en balde. El paso atrás de los visitantes, que con nada se habían puesto por delante en el marcador, tampoco ayudaba. Los caminos que en los primeros minutos llevaban con facilidad al área habían quedado de repente cortados. El encuentro quedaba en un punto muerto que a quien menos favorecía era a los granas.

La grada no entendía nada. Los pitos aparecieron cuando en otro despropósito defensivo, iniciado por Pumar y en el que todas las fichas granas fueron cayendo como si de un dominó se tratase, el Linense tuvo la oportunidad de ir encadenando varias oportunidades gracias a la incapacidad de los murcinistas de enviar el balón a varios kilómetros de la zona de peligro. Lo mejor fue que el esférico se quedó muerto cuando parecía que iba a cruzar de nuevo la línea de la meta defendida por Fernando.

El susto hizo recapacitar a los locales. No mejoraron en ataque, donde lo único que se vio en esos últimos minutos de la primera parte, fue una jugada sin peligro de Germán; aunque sí ganaron peso en defensa, también ayudados por la timidez de la Balona, que cada segundo que pasaba notaba las piernas más pesadas para competir de tú a tú con un equipo con muchas más virtudes, aunque en ese momento estuviesen bien escondidas.

Al contrario de lo que sucedía con la tarde, donde el sol empezaba a esconderse, el Real Murcia, con un intento lejano de Chavero y con otro que Carlos Álvarez envió a las manos del portero, no quería dejar escapar una oportunidad única para empezar a mandar en la categoría. Sería Azkorra, una vez más, el que sacase a los granas del atolladero. Tras un córner, el balón despejado caía en las piernas de Sergi Guilló. El ilicitano, al que es imposible colgarle el cartel de pivote defensivo por lo agradable que convierte el toque de balón, ponía el punto de mira en el área, donde encontraba a un Chavero al que se nota que le pone la palabra líder. El catalán tocaba para que el esférico fuese enviado a la red por Azkorra.

Comenzaba un nuevo partido y el Real Murcia no podía dejar escapar la victoria. Isi, que llevaba en el campo desde el minuto 51, y Javi López, que celebró el tanto de su compañero en el mismo instante que se disponía a entrar en el terreno de juego para sustituir a un cabizbajo Carlos Álvarez, eran los elegidos por Aira para seguir fortaleciendo la línea de ataque.

No había continuidad en el juego grana, que incluso favoreció alguna contra del Linense, como la de Gallardo, cuyo disparo se marchó alto, pero la mayor calidad del grupo y la cabezonería de Chavero seguían mostrando la buena dirección. El catalán pudo dar la vuelta al encuentro, pero Mateo sacó una mano para desviar a córner su disparo cruzado en el minuto 78. Mientras tanto Aira seguía echando leña al fuego. Fran Moreno era su último intento para remontar un encuentro que cada vez tenía más color grana.

Y ese gol que hizo entrar en calor hasta el punto de dar ganas de quitarse alguna capa más llegaba en el minuto 82. Un disparo a ningún sitio de Pumar fue frenado por las piernas de los defensas del Linense, con la buena suerte para los granas de que Azkorra, que andaba en el lío, salió ganador para batir a la perfección a Mateo y hacerse con el papel de protagonista en la delantera murcianista.

Apenas hubo tiempo para más. Solo una cantada de Fernando en una jugada que finalmente no llegó a ningún sitio. Pero hoy, al abrir el periódico y ver la clasificación, pocos se acordarán ya de eso. Lo único que se preguntarán es qué ropa ponerse dentro de quince días cuando toque de nsuevo ir a Nueva Condomina.