Hablar de justicia en el fútbol no deja de ser un sinsentido. Por mucha entrega, valor, motivación y ocasiones, de nada sirve lamentarse: si la pelota no entra en la portería, no ganas. Un Cartagena con esbozos generales de orden, disciplina y equilibrio en todas la líneas del campo lo intentó una y mil veces durante casi una hora, pero finalmente se le resistió el gol en su estreno liguero ante el Linares Deportivo, un recién ascendido a la categoría que venció por la mínima con un tanto de Francis Ferrón en el minuto 26.

Las ganas o los nervios caracterizaron al Cartagena del tramo inicial, impreciso y precipitado en la elaboración del juego, sin mapa ni capitán: aquello pareció la imagen de un cocinero amateur, que prepara platos precocinados en el microondas, crudos, en vez del cocinado a fuego lento que propone el entrenador Víctor Fernández. Inoperativo Rivero, el hombre que en principio debía llevar la batuta del equipo, el conjunto albinegro buscaba el carril diestro de Sergio García, el futbolista más participativo y desequilibrante de los locales.

Como bien anunciaba el speaker del estadio antes del pitido inicial, el Linares Deportivo es un clásico en el grupo IV de Segunda B, categoría a la que regresó hace unos meses después de convertirse en el verdugo del Castellón en la fase de ascenso. Tienen buena predisposición los de García Torres a evitar los balonazos, gracias sobre todo a dos peloteros como Corpas y Rodri. Si el Cartagena ya encontró problemas para dominar el centro del campo ante el Albacete, ayer sin Jorge Luque la dupla del Linares empequeñeció a Sergio Jiménez y Rivero.

Además del centro del campo, el Linares tiene dos puñales en tres cuartos de campo: Gamiz y Payán, pesadilla para Moisés y Jesús Álvaro. Ambos futbolistas visitantes, de hecho, combinaron con acierto en el borde del área, se plantaron delante de limones y estuvieron muy cerca de hacer gol. El partido cambió de protagonista, esto es, el Cartagena quedó relegado a un segundo plano, sometido a las diabluras del Linares. Esto es como cuando un conductor siempre se salta los semáforos: tarde o temprano te llegará la multa a casa. Algo así le sucedió al equipo de Víctor: el dominio visitante hacía presagiar que el gol llegaría tarde o temprano. A la salida de un córner, Francis Ferrón adelantó al Linares casi a la media hora de encuentro.

Como réplica, el Cartagena respondió de la mejor manera, es decir, con bravura y empuje a buscar el empate. Los galones de Ceballos, incorporado al ataque, permitieron sumar centros al área de Lopito. En una de esas, de hecho, el bigardo Montero daba el primer aviso cabeceando suave a las manos del portero. Más tarde, Jonxa ponía el 'Uy' en la grada con dos remates algo desviados de la portería del Linares.

El "Va, hostia, va" con el que Limones arengaba a sus compañeros dejó paso a los aplausos y los cánticos de la afición del Cartagonova, de esos que te ponen la piel de gallina. Sin suerte para materializar las ocasiones, el tiempo de descanso dejaba un sabor amargo en Benipila: por reacción al tanto inicial, el Cartagena mereció ir a los vestuarios con un empate.

Ya en el segundo acto, el Cartagena continuó en la mejor línea, es decir, bravucón, dominante y decidido al ataque. Las formas también era proclives a pensar en la igualada e incluso tal vez a la remontada, ya que el despliegue físico, la verticalidad y las llegadas se sucedían en la meta de Lopito. Si en los primeros cuarenta y cinco minutos hubo atrevimiento albinegro, en la segunda no solo se mantuvo sino que se acrecentó: extramotivados.

La grada se lleva la primera decepción del curso

  • El estadio Cartagonova volvió a abrir ayer sus puertas para la celebración de un encuentro del FC Cartagena. Después de la pesadilla vivida el pasado curso, con una agónica salvación en Las Palmas de Gran Canaria, el público volvía a tener ganas de fútbol, de vivir la pasión cartagenerista en una campaña en la que se han renovado las ilusiones, con una plantilla totalmente nueva. Tantas incorporaciones han llegado este ajetreado verano al conjunto que ahora dirige Víctor Fernández, que solo tres futbolistas del pasado curso estuvieron en el once inicial, el guardameta Limones, el defensa Ceballos y el centrocampista de Los Belones Sergio Jiménez. El equipo, como ya vaticinó el preparador en la jornada previa al choque, echó en falta mayor compenetración ante un rival que llega desde Tercera, aunque manteniendo el bloque que le permitió alcanzar la Segunda B el pasado mes de junio en un play off frente al Castellón.
  • Los seguidores, pese a que muchos aún están en plenas vacaciones, respondió con su asistencia. En las gradas se citaron 5.237 espectadores, que pese al revés, no dejaron de animar en ningún momento del choque. Incluso en los momentos más críticos, los futbolistas notaron sobre el césped el calor de unos hinchas que acudieron resignados al desenlace de un choque que acabó con una derrota y también con muestras de enfado hacia el colegiado, que fue muy permisivo con los visitantes.

Ocurre que el equipo de Víctor genera oportunidades de gol, pero que echa de menos la figura de otro delantero. Tan innumerables fueron los cabezazos de Montero como indefensos los atrapaba el guardameta: remates blandos, suaves, faltos de fuerza. Además, la ausencia del ariete uruguayo Federico Laens impidió que el técnico local encontrara alternativas ofensivas en el banquillo, más allá del veterano mediapunta Juanlu Hens.

Precisamente el exfutbolista del Girona saltó al césped a la hora de juego en sustitución de Jonxa. Escorado a la izquierda, Juanlu dio otro brío con alardes de naturalidad: la Segunda B es un garbeo para un jugador veterano y contrastado en el fútbol profesional. Hens dejó detalles técnicos, se asoció a las mil maravillas con Menudo y dio un toque de atención al entrenador: de mantenerse como hombre revulsivo y determinante en las segundas partes, el cordobés puede ser relevante a lo largo de la temporada.

Mientras Limones, como portero, estaba condenado a mirar el partido de lejos, que diría Eduardo Galeano, el resto de sus compañeros se lanzaban directos hacia su homólogo como perros rabiosos, pero el encuentro ya parecía predestinado a ser dulce para el Cartagena, con toda la miel en los labios.

Sin la fortuna de meter la pelota en la portería pero aún con mucho margen de error, la segunda prueba liguera depara un choque contra el Cádiz en el Ramón de Carranza, que, a diferencia de la temporada pasada, afrontarán los albinegros con un arma ya intacta: la autoestima totalmente recuperada.