Decía el periodista y escritor Jean-Baptiste Alphonse Karr que «consideramos la incertidumbre como el peor de todos los males hasta que la realidad nos demuestra lo contrario» y, a grandes rasgos, eso es lo que ha ocurrido al murcianismo. El 7 de agosto de 2014 será una fecha marcada a fuego en el corazón del seno grana. Una herida que nunca cerrará. No al menos para los aficionados indignados. Que fueron todos.

El enojo, por decirlo suavemente, comenzó temprano. Y es que los seis autobuses de simpatizantes que se habían desplazado a Madrid estaba entrando en la capital de España para protestar en la sede de la Liga cuando Tebas y la Comisión Delegada ya estaban dentro. Habían adelantado la reunión, prevista en un primer instante a las once, a las nueve y media. Trescientas personas se habían levantado de madrugada para encontrarse con el verdugo de su equipo y no iban a poder verlo. Los calificativos hacia su persona inundaron las redes sociales. Cobarde fue lo más ligero que dijeron. No podían creer que el ´jefe´ de la LFP hubiera esquivado su presencia. Mil kilómetros en autobús para nada. Pero aún así no perdían la esperanza. Aunque el viaje en autocar fue algo silencioso y sin cánticos, en parte por el mucho sueño acumulado, los simpatizantes granas querían clamar justicia en la sede de la Liga de Fútbol Profesional. A gritos.

En el edificio les esperaban los antidisturbios. Nadie más. No se dejaría ver por allí ni Javier Tebas, ni los vicepresidentes de la LFP, ni ninguno de los representantes de la Comisión Delegada. Nadie daría la cara.

Comenzaron los cánticos de apoyo al club y también se entonaron canciones contra la liga y contra Tebas. Con el transcurrir de los minutos el pesimismo se apoderaba del ambiente. Habían viajado con un optimismo moderado, conscientes de que mantenerse en Segunda Divisón era una empresa francamente complicada. No ayudó el hecho de ver allí a los jugadores del Real Murcia -Acciari, Toribio y Albiol- y el entrenador José Manuel Aira intentado entrar en la LFP y no pudiendo hacerlo.

Llega el comunicado de la LFP

Y sobre el mediodía llegaba el mazazo que nadie quería pero que casi todos intuían. La web de la LFP publicaba un comunicado que rezaba que la comisión acordaba «por unanimidad» -ni debate hubo-, denegar la inscripción del Real Murcia en el fútbol profesional.

Hubo llantos, irritación. Y también hubo sensación de soledad. Nadie quería creerse que el descenso del Real Murcia ya estuviese escrito, de maneral oficial, en un papel. Comenzaron las manifestaciones públicas, cargadas de insultos, contra la liga. La ira grana, que nacía desde las entrañas, se abría paso por la fuerza. El presidente de la Federación de Peñas, Miguel Martínez, estallaba contra la LFP, tachándolos de «gentuza» y calificando la competición como la «liga de los cobardes». Ya estaba todo hecho, y no quedaba mas que digerir, amargamente, esa situación injusta. La vuelta a Murcia fue una angustia. La decepción, la tristeza y la resignación fueron insoportables. Los autocares llegaron pasadas las seis y media y, cuando se abrieron las puertas, bajaron unas personas destrozadas. Contaban su soledad en Madrid. Se sintieron, como comentaba una aficionada, «huérfanos de autoridades». Entre los simpatizantes que llegaron se encontraba una abonada de 73 años, Ramona Aroca, que se había llevado su silla de playa para no estar de pie en la protesta. «Hemos ido con mucha ilusión, creíamos que ibamos a volver con buenas noticias», contaba. «El señor Tebas deja mucho que desear» decía otro. Y allí, en la puerta de la Nueva Condomina, los esperaba Óscar Sánchez, excapitán grana y ahora miembro del cuerpo técnico. No quiso hacer declaraciones -«ellos son los protagonistas»-.

Y poco a poco se fueron marchando, con la cabeza agachada, hacia sus casas. Lo habían dado todo sin lograr el objetivo. Se habían sentido ninguneados y no entendían cómo un organismo decide la suerte del equipo de su alma. Ellos, que realmente lo que quieren es ver fútbol, se encuentran con que su equipo, que estuvo a punto de subir a Primera División la pasada campaña, se encuentra ahora en el pozo de la Segunda B. O al borde de la extinción. Porque el futuro del Real Murcia se presenta complicado. Y para colmo, su presidente, Jesús Samper, les ha mentido. U ocultado algo de información, por decirlo de otro modo. Y lo peor, si cabe, es que no se ha dirigido a ellos salvo por un comunicado a través de la web del club en el que, salvo ondear un mensaje de unión, no ha dicho nada. El silencio del presidente de su equipo sólo los ha hecho sentirse más abandonados aún. Y con esa sensación han vuelto: ellos son el Real Murcia, no otros. Y serán ellos los que mueran con él o los que lo lleven nuevamente a la división de plata.