Uno de los momentos que más me impactó en mi reciente excursión a la Curva Sud del Olímpico de Roma fue el cántico a Francesco Totti. C´é solo un capitano! El fondo al unísono y sin excepción atronaba alabando a su 10. El capitán del AS Roma cumplía 700 partidos de giallorosso, nada menos. El videomarcador mostraba la imagen del mítico Totti recibiendo un pequeño homenaje, con sus hijos y una sonrisa especial, romanista, sentida, en la que a la vez se podía sentir la motivación de aquel cántico, sin duda el más fuerte que se escuchó en el Olímpico: responsabilidad, implicación y confianza. Ni en esas uno puede olvidarse de sus colores, así que en cada instante de aquellos momentos con su capitán, yo visionaba a los nuestros, a nuestro mítico Richi… pero también a Óscar Sánchez, porque esa sonrisa, ese gesto con la grada del 10 romanista ya se lo había visto yo a nuestro capitán grana esta misma temporada, ganando, perdiendo, en el campo y fuera de él.

En solo dos temporadas Óscar Sánchez se ha convertido en un capitán, mucho más allá de que lo sea en el césped. Un capitán con todas las letras, de esos a los que le sobra el brazalete, porque lo llevan innato cosido a su corazón. Sólo con las muchas llegadas al segundo palo que nos ha dejado sobra para aprender de su implicación con el murcianismo militante, ése que no se resigna a ver el vaso medio vacío a las primeras de cambio, ése que recibió el partido como un Oscar de la Academia al murcianismo incondicional. La victoria, los dos goles, fueron el premio. Porque el Real Murcia fue contra el Valladolid ese Real Murcia que ganaba en cualquier campo de Segunda B saliendo a competir sin mirar quién tenía delante, quitándose complejos, vicios y presiones estúpidas.

A pesar del semivacío en las gradas, y la espantada de la clase oportunista, a pesar del canto de sirenas que se obceca con burbujas ilusorias de ascensos y play offs convertidas en frenos, plomos y nubes negras, a pesar del calendario complicado, la irregularidad de media plantilla y puntos birlados, el Real Murcia sigue cumpliendo con lo que vino a hacer, construyendo su casa de ladrillos, haciéndose fuerte poco a poco y por mucho que le pese a quien quería pan para hoy, pensando en mañana.

El Real Murcia ganó un partido en el que se reencontró con la fe en el trabajo, como si el once grana hubiera agarrado el espíritu Oscar por la solapa y se lo hubiera puesto debajo de la elástica grana, y lo hizo con los goles de ese otro capitán que es Óscar Sánchez en la punta de la lanza. El fútbol siempre deja una metáfora de la que aprender. La mejor victoria, es la merecida, porque te otorga confianza para luchar la siguiente. Ese punto más nos hizo mejores que el Valladolid, demostrando una vez más que podemos ganar a cualquiera, y ahí estuvo, lo sabe Oscar, de buena tinta, empujando, como siempre, ese murcianismo que forma una sola alma, al que cuatro derrotas le hacen cosquillas, y que viajará a Soria con la fe intacta en los suyos, y especialmente en futbolistas como Óscar Sánchez. Nuestro Oscar, el premio que mejor representa al murcianismo que nos hará grandes, porque en este Real Murcia hay más de un capitán. Vale.