El Celta lleva cinco años en Segunda. Después de golear al Benfica (7-0) o a la Juventus (4-0) en Balaídos en Champions League, el Celta pasó de quedar sexto y jugar la UEFA en la 05-06, a bajar a Segunda con Real Sociedad y Nástic de Tarragona al año siguiente. Cinco años después el Celta es un claro candidato al ascenso. Después de jugar la promoción el año pasado y de temporadas complicadas, aunque sin sufrir en Segunda. Nada menos que cinco temporadas le ha costado al Celta, un Primera histórico (con el doble de temporadas en Primera que el Real Murcia), colocarse con opciones claras de ascenso directo, y aún tendrá que pelear con otros tres o cuatro equipos.

El Real Murcia llegaba a Vigo con la ilusión de seguir soñando con una temporada idílica, en el año de su retorno desde Segunda B. Entre la vieja parroquia de grada baja se mantiene el espíritu de los ochenta, aquella década en la que bajar a Segunda era sinónimo de subir al año siguiente, lo que unido a que el Murcia tiene el dudoso honor de ser el equipo de mejores números entre los segundones, cada vez que el equipo está a tiro de unos puntos del ascenso, se menta aquello del Madrid de Segunda para exigir, no sólo codearse con la verdadera élite de la categoría, esos equipos que no tienen los números en Segunda del Murcia, precisamente, porque estaban en Primera, y se exige pasar por encima de ellos.

Incluso después de haber bajado a Segunda B y subido en un año, algo que ha servido para afrontar el curso con tranquilidad, con el objetivo de asentarse en la categoría, no sufrir y construir equipo, incluso después de lograr los objetivos con matrícula de honor en la primera vuelta, se sigue escuchando la cantinela de que este Murcia se queda corto en ambición. Ese murcianismo a la sombra de grandes tartas de merengue, es el que desequilibra. Así lo vemos otros muchos, porque saber dónde estamos y quién somos es el primer paso para construir un Real Murcia mejor, y no estamos en los ochenta. Es un síntoma de enfermedad en el orgullo pretender obligarnos a mirar a Primera en un año. Sólo hay que mirar a los demás y aprender de su experiencia: Celta de Vigo.

Sacar pecho de los números en Segunda es ridículo. Querer hacer grande al Real Murcia por sus 8 campeonatos en la plata es partir de un error sideral que ya ha lastrado muchos años a este equipo. El Real Murcia será grande cuando pensemos en grande. Pensar en grande es saber que aún queda todo por hacer, desde la humildad de un equipo que tiene que dar un paso aún para dejar de pensar en tener que subir siempre. Esa es una guerra perdida. Ojalá pronto nos quiten ese título de hojalata en Segunda, y que sea porque estamos muchos años en Primera. Pensemos en grande de una vez.

Sirva la introducción a este mal de la exigencia mal entendida como crónica de un gran partido del Real Murcia en Vigo. Fuimos a jugar un partido serio, y lo hicimos. El Celta, equipazo, ganó y el resultado fue justo, visto lo visto. Pero hubiera sido igual de justo un empate, o incluso una victoria. Dos palos ellos. Dos claras de Chando nosotros. Dos jugadas para expulsión que el árbitro comió, a la gallega, y dos penaltis, complicados, pero penaltis, que la inercia del grande enterró en un partido para confiar en seguir mejorando. Objetivo 52. A 13 puntos del corte. Sonrisa, y a por el Elche (nos deben puntos).

El partido de Vigo es un paso más, hacia delante, experiencia y confianza, a pesar de la derrota, es la pesca fresca que nos traemos de Balaídos. Aguilera, Richi, Iturra… y minutos para Chando, Pedro y Sutil. Sentir que pudimos ganar al Celta será clave para mantenernos sin problemas, y aun queda mucha liga. Muchísima, para cumplir, y para seguir soñando. Pensemos en grande: Somos el Real Murcia.Vale.