La Fundación Casa Pintada - Museo Cristóbal Gabarrón de Mula ofrece mañana, de once de la mañana a dos de la tarde, la última oportunidad de contemplar la exposición Caminos de luz, de Victoria Chezner, y la instalación sonora Quijote susurrado, de Juan Jesús Yelo. Ambos proyectos están dirigidos por los comisarios Juan García Sandoval y Olga Rodríguez Pomares.

En Caminos de luz, Chezner, doctora en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia y profesora de la Universidad de Murcia, nos presenta una muestra formada por obras de diferentes etapas, pero donde el paisaje actúa como nexo de unión. En ella, la artista propone un recorrido por el paisaje diurno en las series Webscapes y Douro y se adentra en las luces de la noche con Roads. En la primera, el carácter efímero del tiempo -leitmotiv de Caminos de luz- es captado de forma virtual a través de una webcam situada en el Parque Nacional de Yellowstone, en Estados Unidos, uno de los espacios pioneros en conservación de la naturaleza. En este proyecto, Chezner ha interpretado las imágenes del géiser Old Faithful que la cámara recoge cada veinte segundos en tiempo real. Este emblemático lugar -explica Chezner- aparece y desaparece según el vapor de agua del géiser, lo que, en ocasiones, anula la nitidez de la imagen.

Webscapes es un conjunto de piezas indivisible, como ocurre con Douro, donde el desplazamiento se representa desde un barco en movimiento que muestra diferentes momentos de la travesía por el río Duero; serie en la que, de nuevo, el sentido de la vida está implícito: «Hay un punto en común entre el discurso del río, que es cambiante, y la vida, que tampoco es lineal», señala Chezner.

La segunda parte de esta exposición está dedicada a la oscuridad; son caminos de luz de noche, que nos adentran en un viaje confuso, fruto de una desorientación. En Roads, el espectador intuye una sensación de alerta por la representación de formas desenfocadas, curvas, continuos giros y cambios de sentido. Y, de nuevo se muestra ese concepto de desplazamiento, donde el componente es la carretera, transmisora de vida.

Arte auditivo

Pero seguimos caminando por el museo y encontramos la instalación sonora Quijote susurrado, de Juan Jesús Yelo, maestro, licenciado en Musicología y músico profesional. Se trata de una obra diseñada especialmente para la bodega -del siglo XVIII- que se encuentra en el sótano de la Fundación Casa Pintada. En ella escuchamos 36 voces diferentes en 36 idiomas que van susurrando el primer párrafo del Quijote.

Al comienzo del recorrido, en la escalera, encontramos la presentación del tema. Dos voces, en murciano y en un andaluz propio de Sanlúcar de Barrameda, recitan las primeras líneas de la obra de Cervantes. Al entrar al espacio de la bodega, dos altavoces sobre un arco emiten una repetición de las palabras ´Quijote´, ´Quijada´ y ´Quesada´, trabajadas sutilmente en el ordenador, que actúan de cortina, de preludio del resto de la instalación. Al avanzar por el espacio, la sala nos envuelve con multitud de voces a bajo volumen. Nos detenemos para escuchar, a cada paso, hasta cuatro idiomas diferentes, lo que invita a dejarse envolver por este ambiente.

El presente proyecto surgió en el Instituto de Educación Secundaria donde trabaja: «Los alumnos leyeron fragmentos del Quijote en su lengua materna. Comencé a grabarlos a ellos y a sus familiares». Dos años después, Quijote susurrado, un proyecto que se incluye dentro de los nuevos lenguajes estéticos o de las denominadas ´nuevas narrativas´ -que trabajan con la percepción y la comprensión-, estaba lista para mostrarse al público de la Casa Pintada