"Quiero que las personas sepan que está bien tener ansiedad, que no pasa nada por sentirse perdido e incómodo a veces", ha expresado la ilustradora Sarah Andersen, con más de dos millones de seguidores en las redes sociales, con motivo de la publicación de su cómic "Un bollito feliz".

En esta segunda entrega de la saga "Sarah's Scribbles", una joven comparte sus dudas sobre el futuro, el amor y la aceptación social en situaciones cotidianas con las cuales todos podríamos identificarnos, ya sea por el carácter cómico o trágico de los dibujos de Andersen.

Tras alcanzar a la fama con sus bosquejos en la red en 2011, Sarah cobró vida en el papel el año pasado con el libro "Crecer es un mito", el primer volumen de esta serie que ha dado la vuelta al mundo en internet y que cuenta con ejemplares publicados en quince idiomas hasta el momento.

"Comencé a dibujar cuando era una niña y, en el instituto, empecé a aventurarme en el universo de los cómics", cuenta la ilustradora residente en Brooklyn, Nueva York, y que actualmente está trabajando en su tercer libro, con lanzamiento previsto para marzo del año que viene.

A los 25 años, Andersen califica sus historias de "espejo de la realidad" gracias a su mirada honesta y graciosa sobre temas como la violencia machista, la autoestima, la generación de los "millenials" o la incertidumbre acerca del futuro. Pero, según matiza, también considera "fundamental" hablar de temas como la salud mental para evitar el aislamiento social.

"Una de las cosas más cruciales para mí y que siempre intento retratar en mi trabajo es el apoyo femenino, el respaldo de mujeres hacia mujeres", ha asegurado la dibujante, que considera que sus viñetas no son "necesariamente feministas", pero están "sin duda alguna, asentadas en ideales feministas".

Y es que precisamente por abordar asuntos sociales -y en algunas ocasiones incluso políticos- las críticas a la ilustradora no siempre son complacientes o amables, según reconoce.

La respuesta a su trabajo, explica, en general es "muy positiva", pero no siempre se trata de "vino y rosas": "He escuchado las peores cosas que alguien puede decir, tanto sobre mis historias como de mi persona de gente que tenía mucho odio incrustado".

Para Andersen, los "críticos más atroces" son personas que "sufren un gran dolor en sus vidas" y, según supone, se trata de "gente detrás de una pantalla que no puede ver a la persona a quien están haciendo daño, y eso les calma su propio dolor".

La ilustradora también ha expresado su "gratitud" por todas "las entusiastas manifestaciones de apoyo y cariño" de los que admiran su trabajo, cuyo reconocimiento gradual le ha permitido sentir "más confianza y seguridad" en sus trazos e historias.

"Estoy muy contenta con la acogida de mis cómics y, cuando viajo para promocionarlos, cada lugar me ofrece una oportunidad única y enriquecedora, por lo que estoy disfrutando la vida de la fama", concluye la dibujante entre risas.