El escritor turolense Javier Sierra, ganador en la noche del domingo del Premio Planeta con la novela El fuego invisible, considera que «la función suprema de la literatura no es entretener, es despertar» al lector.

En una entrevista concedida horas después de recibir tan valorado premio, Sierra precisa que ese despertar supone «inquietar, cambiar la visión del lector», un cambio muy relacionado con la historia de la novela, en la que «las palabras tienen mucha importancia»; de hecho, el libro arranca con una declaración de intenciones en lo referente a esta cuestión: «La palabra grial es una invención que aparece por primera vez en el título de un cuento de Chrétien de Troyes. Se había hablado de la copa de Jesús en la última cena, pero grial es una palabra que se inventa en 1180 en ese texto». Sierra confiesa que siente fascinación por esos creadores que inventan de la nada un término para definir el mundo.

El fuego invisible narra, según explica Sierra, la historia de David Salas, un profesor de Lingüística del Trinity College en Dublín, con raíces españolas y que debe viajar a Madrid, donde tropieza con una vieja amiga de su abuelo, al que siendo niño le hizo la pregunta troncal: «¿De dónde vienen las ideas?». El protagonista, que nada tiene que ver con el autor -aclara-, es un especialista en Parménides, y, por tanto, también hay algo de filosofía en la novela. «Justamente, los presocráticos, con Parménides a la cabeza, desarrollaron un método para la captación de ideas muy particular que llamaron la incubación, que consistía en encerrarse dos días sin comer ni beber en una cueva para tener la mente suficientemente limpia y poder escuchar a los dioses, y en una incubación nacen conceptos como 'democracia'», señala Sierra.

La historia de El fuego invisible nace, explica Sierra, de una primera lectura de El cuento del grial, de De Troyes, «una novela frustrada porque no termina de resolver la pregunta que da título al poema medieval de qué es el grial». A partir de esa incógnita, Sierra se pone las botas de Wolfram von Eschenbach, que es quien escribe la continuación veinte años después con Parsifal, y de Robert de Boron, quien con el cuento de Merlín trata también de resolver esa historia. Con estos mimbres, Sierra construye «una trama de intriga participante para que el lector vaya descubriendo por sí mismo las pistas y los cebos que el autor le va tendiendo».

La novela sucede en la actualidad, pues aunque pensó en hacerla histórica, se dio cuenta de que se alejaba del lector contemporáneo. «Yo quería despertar el fuego dentro del lector, sabiendo además que es una novela que va estimular mucho a los que en algún momento se han planteado escribir, porque recorre los distintos momentos del proceso creativo, toca sensibilidades», afirma el autor.

En cuanto a la difusión que concede el Premio Planeta, Sierra vaticina que este reconocimiento podría acelerar algunos de sus proyectos en marcha, como la posible adaptación a la pantalla de su novela La cena secreta, que «está en manos de una productora con un proyecto internacional para convertirlo en una miniserie», o el estreno de una serie documental para Movistar de la que avanza que serán «seis grandes documentales sobre enigmas que me han interesado, pero vistos desde una perspectiva personal». La serie «está muy avanzada y la pretensión de la cadena es estrenarla para Navidades», avanza el escritor turolense.