Es fácil imaginar esa figura desgarbada, casi rota -su cabeza, al cabo, lo estaba-, desparramada sobre un corcel desgalichado y pugnando contra los inmensos molinos de viento de La Mancha. Ya lo ven: es don Quijote, ese ingenio de Cervantes, un hidalgo de los de lanza en astillero y adarga antigua.

¿Pero qué llevó al escritor español a ingeniar esa disparatada historia? ¿Por qué dotar al personaje con la 'enfermedad' de la locura? A este y a otros interrogantes responderá Rafael Álvarez 'El Brujo', que hoy y mañana estará en el Teatro Romea con su nuevo espectáculo Los Misterios del Quijote. El Brujo, actor genuino y dueño de una voz personal basada en el monólogo cuidado, mostrará la otra cara del más famoso hidalgo de todos los tiempos, o quizá la cara menos conocida. Este comediante y juglar, que llega a Murcia de la mano de la Semana Grande de Cajamurcia, que ha querido dedicar su 26 edición a conmemorar el cuarto centenario de la muerte de Cervantes, ha analizado a fondo El Quijote y, una vez pasado por un proceso de trituración y asimilación, lo devuelve al público mezclado convenientemente.

Rafael Álvarez está convencido de «la sabiduría que contiene el Quijote», una obra a la que se enfrentó por primera vez en 2003, según contaba en una entrevista a Efe: Es un libro que pocos han leído: si tengo 500 personas en una actuación, lo han leído 10 o 15», explicó el actor, quien aclaró que, pese a ello, se trata de una obra para todo tipo de espectadores, de tal forma que hay guiños «para unos y para otros».

La figura del personaje inventado por Cervantes sedujo al actor, y le lleva a representar el perfil de «un investigador que se vuelve loco y pierde la cabeza analizando sus misterios». Así, en el espectáculo, Álvarez abordará la relación de don Quijote con las prostitutas, pensará en voz alta sobre los molinos de viento, nueva tecnología de la época; en torno al discurso de la Edad de Oro, devuelto en alegato ecologista; hablará también de Marcela, el despertar del alma femenina del caballero; de los galeotes, o el evangelio de la misericordia frente al rigor de la justicia; de Sierra Morena, especie de purgatorio y lugar de encuentro.

En definitiva, un Quijote alternativo contaminado de muchas otras obras clásicas que configuran una función de monólogos en la que los personajes que han vivido la historia de este país, y de muchos otros, pasan por el escenario para configurar una visión general que el espectador va realizando en su mente a medida que el espectáculo avanza.

Cansado de la política

El Teatro Romea ya huele, ya suena a La Mancha. El escenario está preparado para recibir al brujo juglar, que incluye en su espectáculo referencias a la actualidad del país, aunque no supongan el pilar básico de la función: «Es un espectáculo sobre Cervantes y el público quiere algo de caché». Pese a ello, sí reconoce estar cansado del Gobierno «inculto» de la nación y es rotundo al afirmar que la sociedad ha permitido la pérdida del gusto por la cultura, que en la actualidad se ha convertido en una «cultura de pose»: «Aquí tenemos a Rafa Nadal y al Real Madrid. Eso es la 'Marca España'», dice. Pero él sigue ahí, clavando el aguijón, entreteniendo a través de Cervantes, de Shakespeare, de Homero... Levantando el telón de la cultura.