Dicho y hecho. De la mano de sus protagonistas: la voz de los que saben lo que hacen es el título del VI curso de Introducción al arte contemporáneo que comienza el próximo martes en el Cendeac -Cuartel de Artillería, a las siete de la tarde con entrada libre- y por el que pasarán creadores que hablarán de pintura, dibujo, escultura, vídeo o performance, entre otras cosas. Concha Jerez (Las Palmas de Gran Canaria, 1941) ofrecerá la primera conferencia, en la que repasará su trayectoria bajo el título de Intermedialidad. Si por algo destaca esta creadora es por haber utilizado diferentes medios y soportes -el vídeo la radio, la performance...- para expresarse. Y por ello se define como «una trabajadora de ideas».

Cuando se falló el Premio Nacional, el jurado destacó que había sido pionera en el arte digital, ¿siente que abrió un camino o que pudo iluminar a otros artistas?

No creo que se ilumine a nadie. Hay un haiku que dice «cuando el discípulo está preparado, aparece el maestro». Tanto en el extranjero como en España hubo artistas que comenzaron antes con el vídeo, por ejemplo. Yo empecé a trabajar en los espacios con la obra in situ en el 75, y en eso sí fui pionera; llegó un momento en el que decidí no vender mis piezas porque quería trabajar la instalación en los propios espacios, con herramientas como el vídeo, la acción y otros elementos que he ido incorporando. Hasta el 84 no me pude permitir comprar una cámara de vídeo, pero, ese mismo año, me invitaron a hacer mi primera videoinstalación en el festival de vídeo de Madrid.

Aun así, usted opina que no importa tanto el soporte como lo que se diga a través de él...

Es esencial. La pintura, la escultura o la performance son herramientas, ya que lo importante es lo que quiero expresar.

Y, en su caso, con una mirada crítica, ¿no se puede ser ajeno a la realidad de este mundo?

No solo los artistas, todos tenemos que ser críticos, si no, dejaríamos de ser humanos. Debemos reaccionar ante lo que sucede en el mundo para evolucionar; así me lo planteo en mi obra y en mi vida. Hay tantas injusticias que no se puede mirar para otro lado y cada uno debe hacerlo desde su propio ámbito.

Su obra puede llegar al público prácticamente a través de todos los sentidos. ¿Qué espera del espectador que contempla sus piezas o sus instalaciones?

Lo único que espero es que deje sus prejuicios a la espalda y se acerque para ver qué ofrece el arte, sin pensar que le están tomando el pelo, porque cuando leen un libro no suelen planteárselo. Nosotros no tomamos el pelo al espectador, nuestro arte está ahí para que lo vea y no por ello tienen que estar de acuerdo. El arte es un medio más para el conocimiento y, si consigo que mueva por un momento la ruedecilla del cerebro, me conformo. A mí me ha pasado en ocasiones, que no me gusta una pieza y en principio la he rechazado, pero de repente me ha movido las neuronas y me ha hecho avanzar.

Ha dicho una frase que se oye mucho ante el arte contemporáneo: «¿me están tomando el pelo?» ¿Tenemos en España más prejuicios que en el extranjero?

Cuando sales fuera rara vez escuchas ese discurso, porque el arte está más admitido por la sociedad. Se debe mucho a la educación, en la mayoría de países el arte forma parte de los valores de una sociedad, a los niños les llevan a museos desde pequeños, pero no a pararse a mirar, sino a trabajar y a analizar la imagen para que aprendan a tener una mirada crítica. Vivimos en la cultura de las imágenes y en este país se tragan, no se analizan. Sólo hay que ver la publicidad, te plantean por ejemplo un estilo de mujer, abusan de un estereotipo y nadie dice nada ni nadie piensa que le ´están tomando el pelo´. Y claramente es un problema de la educación y de que los valores estén muy trastocados. Los modelos sociales que nos enseñan los medios son futbolistas, presentadoras de televisión... Lo digo con respeto, pero los modelos sociales deberían ser los científicos que aportan avances, los escritores que me abren el mundo, el artista que va creando un patrimonio...

Hablaba antes de la imagen de la mujer y ha lamentado en ocasiones la invisibilidad de las artistas. ¿Es eso posible en el siglo XXI?

Sí, claro, de hecho se creó la Asociación de Mujeres de Artistas Visuales para estudiar por qué sucede. Solo hay que ver los museos, que son las colecciones públicas del arte, y en el que apenas hay en las colecciones permanentes un 20 por ciento de obras de mujeres. Yo he enseñado en la Universidad de Salamanca durante veinte años y la mayoría de estudiantes eran chicas. Como en todo, hay buenas artistas, regulares y malas, pero de lo que no cabe duda es de que merecen una atención mayor.

¿Cómo decidió una estudiante de Ciencias Políticas dedicarse al arte?

Antes de Políticas hice piano, por lo que ya tenía esa vena artística, y siempre he tenido mucho interés en el arte visual. Mi padre era pintor y viví esa realidad desde niña; desde los cinco años iba diariamente a los museos. Me costó mucho decidir qué carrera escoger porque me interesaban todas las disciplinas y en Ciencias Políticas estudiabas ciencias sociales, filosofía, historia, derecho... por eso me decidí por esa carrera. Cuando dejé de estudiar (me quedan algunas asignaturas), cambié mis intereses y me fui a París, primero con la intención de estudiar cine y después, Bellas Artes, pero era difícil acceder a las escuelas. Cuando regresé a España y me casé ya tenía muy claro que quería dedicarme exclusivamente al arte.