La tradicional bienvenida que celebra la Universidad de Murcia con el patrocinio de Estrella de Levante -ahora renombrada Welcome Estrella- constituyó una tremenda fiesta merced a Crystal Fighters, la banda perfecta para una noche de Halloween con su tribalismo para todos.

Aclararé algo: uno no acude a un concierto de Crystal Fighters, uno se va de fiesta con ellos. Lo de estos tipos es increíble. Qué manera de conectar con el público, qué manera de hacerlo vibrar con esa suerte de espíritu hippy que transciende más allá del escenario. Porque es evidente que el grupo subraya ese tono: desde su indumentaria al mazacote de incienso quemando que Sebastian Pringle, con pinta de hare krishna gafapasta, agitaba en su puño junto con unos cencerros, oficiando de gurú junto a Gilbert Vierich y Graham Dickson y las vocalistas Ellie Fletcher y Nila Raja.

El primero que saltó al escenario fue Graham, y el resto fueron saliendo de uno en uno. Las chicas portaban banderas en plan circense, y, tras una introducción con las txalapartas, apostaron por un concierto amable y buenrollista, lo cual viene a significar que no sonaron sus canciones más electrónicas. A cambio soltaron una ristra imbatible de hits que coreó muchísima más gente de lo que imaginable: Solar System, LA Calling, You & I, Plage, Champion Sound , Love Natural y At Home. Sin demasiadas sorpresas, por tanto.

El quinteto londinense festejó la alegría de la vida con ese toque espiritual, hippie y vegano que atrapa a clubbers, raperos, folkies, hípsters o simplemente amantes de sus pócimas rítmicas de genuina receta. El público estuvo sumisamente entregado desde la primera canción, demasiado frenético como para plantearse en algún momento por qué carajo iban a dejar de botar. Y mientras, Sebastian Pringle repartiendo amor envuelto en un halo de misticismo. Apología del amor, la fraternidad, el multiculturalismo y todo ese rollo que tan bien funciona. Pero también afronta con sensatez asuntos más serios sin desviar la mirada. Cuesta encontrar una etiqueta para definirlos: ¿lo-fi tropical electro, electro-folk, folktrónica? Su mezcla de géneros no solo resulta peculiar, porque la sirve en directo con un extra de euforia y pasión, sino que remite al house ibicenco, rozando el drum'n'bass y soltando adrenalina (ellos y el público), entre una lluvia de ritmos. Eso y los coros les emparentan con la ya extinguida escena new rave.

Crystal Fighters dieron un concierto que hizo brincar y cantar a los asistentes. No necesitan más que empezar a ambientar el directo con la batería para que la gente ya esté con ganas de bailar y abrazarse mutuamente (emotivo recordatorio a Andrea Marongiu, batería del grupo fallecido recientemente: «si estáis con algún buen amigo abrazadle y decidle que le queréis, la vida es demasiado corta y nunca se sabe»). Es la filosofía del carpe diem expuesta desde las primeras notas de ese icónico «País Vasco to San Francisco, all my girls my casiotone».

La última parte de la actuación fue un sinfín de hits que permitían a la audiencia corear muchos uoo-oh-ohs y la-la-las, como está mandado en este tipo de eventos, que condujo al personal directamente al éxtasis. Poco importa que estos electrohippies aporten poco o que el escenario parezca el decorado de Jumanji con tanta planta y tanto brinco. La gente se lo pasa bien, y a eso acudió, y la música sabemos de sobra que también va de eso. Y además tienen los ingredientes necesarios para gustar a los fans de Love of Lesbian y Vetusta Morla.

Tenía muchos deseos de ver a Ayoho y Analogic en un escenario grande. Los primeros no tuvieron tanto público como merecían, pero ofrecieron un concierto de nivel. Los cartageneros vienen pegando fuerte tras ganar el Vodafone Yu Music Talent. Ayoho es una palabra que utilizan los indios de la frontera de Canadá y significa «respeto». Se lo ganaron ampliamente con su elegante y delicada puesta en escena, con un sonido que nace de la conexión entre el indie y el folk, y con canciones como The Frontier o The End, pertenecientes a su primer disco Deference & wonder. Hasta estrenaron una nueva. Se espera mucho y bueno de ellos.

Instinto animal, el segundo disco de Analogic, tiene los ingredientes necesarios para gustar a los fans de Love of Lesbian y Supersubmarina. Aunque suelen presentar como ariete sus temas más enérgicos, en realidad los momentos de mayor magia son los más reposados y melancólicos, como el tema titular o Teatro de fuego. Canciones con gancho momentáneo como Sideral( entre unos reconocidos Lori Meyers y los Cure de In between days), con estribillos que las primeras filas del público se sabrán desde los primeros directos, pero que no acaban de ser un acierto redondo. Analogic dejaron claro que buscan mejoras y posibilidades diferentes. Su cantante grita mucho y parece poseído por el mesianismo, pero la banda suena impecablemente potente. En cuanto a los DJ Sets de la noche, We are England ambientaron con magisterio la pausas entre conciertos y consiguieron hacernos volver al pasado, a la era gloriosa del britpop, con una sucesión encadenada de himnos, auque seguramente el más coreado de todos fue más actual: Of the night (Bastille). El río de la noche se lo llevó todo por delante.