Bolazo sin paliativos. Quizás el mejor que hayan dado en Murcia en años. M Clan continúan soplando las velas por sus 20 años en una larga y extensa gira, que ya está llegando a su fin.

Esta vez decidí seguir el show desde el backstage, para verlos desenvolverse a ellos y tener al público de frente. Las primeras filas estaban

ocupadas por gente muy joven que en su mayoría no había nacido cuando M Clan empezaba a rockear.

Desde el backstage, generalmente, no es el sitio donde mejor se escucha, aunque está a tu disposición el catering de los artistas, pero en este caso el sonido era excelente a través de los monitores, casi hi-fi. Claro que algo tenía que fallar: la ´cantina´ permaneció cerrada. Como contrapartida, no se acumuló personal de «por el interés te quiero, Andrés», y se pudo disfrutar a tutiplén del concierto. M Clan tocaron las canciones de sus 20 años de historia como las habrían tocado ante una pequeña sala, directos al corazón y disfrutando mientras lo hacían.

El auditorio estaba a reventar, y desde el primer momento los Clan fueron vitoreados con entrega por el público. Con una más que correcta ejecución, convirtieron el show en una verdadera fiesta. Repasaron los clásicos dándoles la vuelta en algún caso, reinventando y fusionando a su antojo, provocando la euforia. Salieron a por todas, quizás porque sin metales quedan algo desnudos, y hay que echarle arrestos para que prenda bien . Afortunadamente, son incorregibles, y que dure. Reconocidos y respetados, la banda liderada por Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez ha conseguido establecerse en ese punto en el que gozan tanto del favor del público mayoritario como del respeto de los círculos más exigentes del rock.

Gustos musicales aparte, poco se atreverán a negar que Tarque -un frontman nato- y sus murciélagos conservan la energía intacta Ahí estaban, casi 20 años después, con la misma actitud rocanrolera, sobre todo Tarque. El resto de músicos queda por detrás de él.

El comienzo fue puro fuego, y anticipó un concierto grandioso. Anfetamina y rock, como reza la letra de Calle sin luz. Con la formación reestructurada , M Clan han sumado a su propuesta de rock clásico de ascendente sureño unas esencias de soul y blues setentero.

Tarque pone su garganta a cien desde la inicial Calle sin luz, y Ruipérez es el hombro en el que se apoyan todos para mantener el equilibrio.

Respaldándoles, la sección rítmica de Coki Jiménez y Chapo (que hace unos coros maravillosos) es apuesta segura, mientras que Prisco, que lleva años poniendo su talento al servicio de M Clan, se hace cargo de unas guitarras solistas vibrantes, y Lucas Albadalejo, la última incorporación a los teclados, pone el colchón perfecto a las melodías.

La pandereta volaba hacia el cielo todo el tiempo mientras Tarque recorría el escenario como un león enjaulado. Siguieron Para no ver el final, la siempre efectiva Llamando a la Tierra (talismánica versión de Steve Miller Band) y Roto por dentro, prodigio de alma soul con órgano a lo Al Kooper. Carlos dedicó algunas canciones a los amigos ausentes (Amador Blaya, cantante de Ferroblues, recientemente fallecido): Perdido en la ciudad, la primera canción que grabaron. Siguió fluyendo el recital hasta Las Calles Están Ardiendo, de referencia ´led zep´, donde Tarque lanzó un alegato contra las guerras y en pro de los refugiados. Más adelante, Tarque y Ricardo se marcaron un pequeño set acústico (Gracias por los días que vendrán y Las palabras que me dijiste), que aplacó la intensidad del concierto, para volver a su zona de confort en Usa y tirar.

La ineludible cover Maggie despierta puso la recta final a los bises, con el recorrido habitual de Tarque entre el público, conversando con la gente. Se marcharon del escenario, y al regresar el público aún tarareaba la melodía.

La dinámica del show dosificaba la furia y la emotividad. Hay músculo y corazón. En el primer bis no podía faltar Carolina versión karaoke, Me estás atrapando (versión de Los Rodríguez), ni Pasos de equilibrista, donde Tarque impone su arrolladora personalidad. Su voz potentísima, sus gritos desgarradores vuelven a levantar al público con incursiones en temas ajenos: Teenage wasteland de los Who. Para el segundo bis eligieron Miedo, desatando la euforia colectiva, con la que Tarque se dejaba una vez más la voz. Y como no podía ser de otra forma, el fin de fiesta más clásico: Quédate a Dormir, para una despedida por todo lo alto, con cita de Escuela de calor de Radio Futura (la temperatura subió varios grados desde el comienzo).

M Clan se mostraron aún más grandes en este bolo, un extraordinario ejemplo de honestidad y profesionalidad. Vinieron a eso, a transmitir su devoción por el rock and roll, y lo consiguieron con creces, con la clase de los grandes.

Les precedieron Joaquín Talismán y los Chamanes. Joaquín tiene un talento nato de amplias posibilidades; es capaz de seducir con su guitarra y su voz. Arropado por Los Chamanes -un súper grupo compuesto por Fernando Rubio y Carlos Campoy (Ferroblues), Román (Los Marañones) y el mismísimo Ross a la batería-, logró captar la atención del público con un puñado de clásicos, inusitadas sensaciones y una melancolía que no abruma, todo ello mezclado con su inefable personalidad, desde una modestia y lucidez verdaderas y, por tanto, vulnerables.