El espectáculo, recomendado para mayores de 14 años y no apto para personas fácilmente impresionables, según las palabras de Blake, cuenta con la dirección escénica de Manuel Berástegui, y la dirección audiovisual de Javier Perea como especialista en cine de terror. Los dos han procurado crear una escena en la que hay un ambiente de miedo y misterio. Mientras, Blake se convierte en maestro de ceremonias de la función. Pero antes de subirse al escenario para jugar con los miedos de cada uno, explica en qué consiste.

¿Los mentalistas creen que tienen un don?

Yo no tengo ni poderes paranormales ni capacidades que se le parezcan. No sé ver ni el porvenir ni el por llegar. Soy creador de ilusiones, mago... Creo oasis, espejismos. Y me considero con la misma obligación y licencia poética que un cineasta, un pintor o un músico de mover y remover sensaciones y sentimientos en las personas. Aunque tus lágrimas en el cine son verdad, la película es ficción. Por lo tanto, mi función es crear una ilusión en la que te tengo que envolver y que parezca imposible, pero real porque la ves ante tus ojos.

¿Cómo se entrena?

Detrás de cada número como mínimo hay cien horas de trabajo y muchas de investigación. Nunca le dedico ni diez horas al día, ni diez días seguidos; voy probando con mi familia, u organizo una cena en casa e invito a mis amigos. Para la preparación de este montaje me he reunido durante casi seis meses con un psicólogo y un psiquiatra.

¿Le ayudaron a explorar en la mente del público?

Acudí con la finalidad de entender cuáles son los mecanismos mentales del miedo y por qué forma parte de nuestras vidas de forma intrínseca. Avanzamos porque el miedo nos motiva. Y también aprendemos de nuestros miedos.

¿Prefiere el contacto con el público del teatro o la espectacularidad de la televisión?

Donde esté el directo, que se quite la televisión. La pequeña pantalla te da mucho trabajo y la inmediatez de que todo el mundo te conoce, pero son dos mundos totalmente diferentes.

Para este número ha fichado a un experto en cine de terror, ¿con qué objetivo nace No vengas solo?

Cada dos o tres años necesito renovar mi trabajo. Llevaba años dándole vueltas a la idea del miedo, ¿cuál es el origen? ¿Para qué sirve el miedo y por qué lo sentimos? En los 29 años que llevo en esta profesión, en muchísimas ocasiones la gente me dice: «¡Ay! Señor Blake, me da mucho miedo». Yo me considero un tipo normal. Y fui encontrando que había distintos tipos de miedo, cada cual más curioso. Hay miedos estacionales, miedos temporales, miedos pasajeros. Sin embargo, hay determinados miedos en los que, al margen del color de la piel, de donde seamos o donde vivamos, coincidimos: el miedo al dolor, miedo a lo desconocido, miedo a hacer daño a otros, o que te lo hagan a ti. Y en todas las culturas mundiales existen unos iconos que pueden significar tu salvación o tu perdición: los amuletos.

Miedos universales, al fin.

Exactamente, y ahí es donde yo recalo. Elegí a Javier Perea porque es amigo y porque se brindó. Me di cuenta de que necesitaba ilustrar con imágenes determinados miedos. Él fue el encargado y ése es uno de los motivos por los que el espectáculo no está recomendado para menores de 14. Cuando vi las imágenes montadas por Perea, me dio un latigazo la espalda. Son duras y fuertes, pero muy bien hechas.

¿Y no cree que hay temores nacionales, que cambian por latitudes?

Soy asturiano, conozco mucho Galicia y su idiosincrasia y actué mucho aquí en una época. También trabajé mucho en la televisión andaluza con Carlos Herrera. Diferencias: yo empiezo en Andalucía a presentar este espectáculo y la gente se arruga en el sillón y está con una precaución total. En Galicia, la gente está con inquietud pero más abiertos a recibir. En el norte la gente pide hablar más de algunos temas, aunque estén atemorizados. Pero adaptaciones las justas.

¿Es el miedo la mayor arma de manipulación?

Está clarísimo. Una dictadura se mantiene a base de miedo. Pero también el miedo ha sido uno de los elementos que ha movido a todos estos países árabes que han levantando en contra de sus dictadores y sus opresores. Es decir, han pasado tanto miedo durante años, que la única salida que les quedaba era una rebelión contra el miedo. No tenían nada que perder. Estoy convencido de que pensaron: «Aunque me quiten la vida, por lo menos pierdo los temores y la falta de libertades». El miedo es motor de nuestras vidas. A medida que el tiempo pasa vas racionalizando algunos pero también se acerca el momento ¿Miedo a la muerte? No. Sabemos que nos vamos a morir desde que nacemos. Es miedo a cómo morir, al sufrimiento y a dejar cosas sin hacer.

En tiempos de crisis, ¿la gente se amedrenta más?

Los teatros se están llenando. Y te juro y te aseguro y te lo firmo en un papel: durante los noventa minutos que dura el espectáculo no te voy a dar ni un segundo de respiro para que pienses en la crisis y en tus problemas. También puedo asegurar que la hora y media después de salir del espectáculo vas a estar desconectado pensando «¡cómo coño hizo ese tío lo que hizo!».

¿Tiene algún otro reto público en mente?

¿Como el de la Lotería? No. Ese tipo de acciones las tengo paradas. Se hizo una vez y nada más. Presentaré la nueva serie de El mentalista, que me parece que refleja muy bien lo que es: una persona muy observadora y que controla muy bien el lenguaje corporal.