Experto en literatura sefardí. Licenciado en Filología Hispánica y autor de numerosos libros sobre la cultura judeo-española en España, Salvador Santa (Yecla, 1971) colabora actualmente en un proyecto de investigación de la Universidad de Granada sobre una de las tragedias más importantes del siglo XX: el Holocausto judío.

Los sefardíes son los descendientes de los judíos que fueron expulsados de España por Isabel la Católica en 1492. Un pueblo que durante cinco siglos ha sido un gran desconocido, pero que sufrió el mismo destino que los asquenazíes (la otra rama del judaísmo) durante el Holocausto. El yeclano Salvador Santa Puche es uno de los investigadores dispuesto a rescatar su memoria.

¿Cómo se incorporó al proyecto Discriminación, genocidio y exterminio cultural, de la Universidad de Granada?

El proyecto parte de Alicia Ramos, una de las mayores especialistas en lengua yidis de España. Quería analizar la literatura judía durante el Holocausto, así que convocó a varios investigadores que tratan este tema, entre los que me encuentro.

Es un tema muy explotado.

Desde fuera se piensa que es un tema muy visto, sobre todo porque Hollywood lo ha visitado y revisitado continuamente. Sin embargo, todavía no sabemos lo que fue realmente el Holocausto. Se cuentan historias concretas, pero no hay introspección en lo que significan en un sentido global. Además, aún hoy siguen apareciendo nuevos documentos con datos sorprendentes.

¿Por ejemplo?

Buscando en los archivos de Auschwitz, Mauthausen o Dachau, encontré que más de 400 murcianos murieron en los campos de exterminio. Y no eran judíos, sino republicanos.

Entrando en su objeto de estudio, ¿qué caracteriza a la literatura sefardí del Holocausto?

Es complicado hacer una valoración global, porque el 80% de las obras se han perdido. Los nazis quemaron textos, sinagogas, bibliotecas, incluso obras artesanales que los sefardíes habían guardado durante siglos y que provenían de España.

¿Qué queda entonces?

Nos quedan un puñado de poesías y diarios en donde se refleja el terrible sufrimiento que padecieron. Por ejemplo, en un poema desgarrador encontrado en un papel raído y arrugado, un hombre se pregunta por el destino de su familia, que ha sido trasladada a un campo de concentración.

¿Cómo afectó el exterminio a la literatura sefardí?

Antes de la llegada de los nazis a Alemania, los escritos reflejan una gran candidez. Los sefardíes eran un pueblo muy ingenuo, no tenían ni idea de lo que se les venía encima hasta que fue demasiado tarde. Después del Holocausto, los supervivientes no quieren hablar de su experiencia. Pocos se atrevieron a escribir hasta que llegaron los años 70, después de que comenzase a reivindicarse su tragedia. Por entonces, sus temas han pasado a centrarse en el sufrimiento humano, no en la Segunda Guerra Mundial, sino en cualquier parte del mundo.

¿Qué herencia dejó la cultura española en las obras sefardíes?

Muchas de las poesías tienen una base española tradicional, y también se conservan estructuras líricas como canciones y coplas. Pero la herencia más importante de los sefardíes es el idioma ladino, una lengua derivada del castellano que forma parte de su identidad cultural. De hecho, cuando se encuentran con los asquenazíes en los campos, se niegan los unos a los otros. Ambas culturas habían vivido separadas y no concebían que se pudiese ser judío sin hablar el idioma, que para unos era el ladino y para otros el yidis.

¿Qué más les diferencia, aparte del idioma?

Se distinguen en muchas más cosas. Los asquenazíes tienen un carácter europeo: son fríos, serios, rígidos. En cambio, los sefardíes tienen un temperamento mediterráneo, abierto y tolerante.

¿Qué les debe a ellos la cultura española?

Lo primero que les debemos es más reconocimiento. Convivieron con nosotros hasta el siglo XV y les expulsamos. Durante cuatro siglos les ignoramos por completo, y solo a partir de finales del XIX se les comenzó a reivindicar. Sin embargo, aún hoy son los grandes olvidados del Holocausto. En cambio, ellos siguen hablando de España con afecto y tolerancia, y conservando el castellano que heredaron. «Fue lo único que nos dejaron llevarnos», suelen decir.

¿Qué podemos aprender de la peripecia de los sefardíes?

Deberíamos aprender que España es un crisol de las culturas que han pasado por aquí, y que por muy lejanas que nos parezcan, en realidad las deberíamos sentir muy próximas.