A Lorena, una joven cartagenera de 25 años graduada en Psicología y en Magisterio Infantil, le gustaría emanciparse cuanto antes para emprender un proyecto de vida en común con su pareja, preferentemente en una vivienda de nueva adquisición, ya que la idea de alquilar no les convence demasiado. Sin embargo, hasta ahora no ha podido hacerlo, debido principalmente a las dificultades que está encontrando para encontrar un empleo estable. Está trabajando, sí, pero con contratos a tiempo parcial, lo que le hace prácticamente inviable poder acceder a un préstamo hipotecario para comprarse una casa, a pesar de que su pareja sí cuenta con puesto de trabajo fijo.

«Así estoy, trabajando de lo que sale, cubriendo vacaciones y trabajando los fines de semana y festivos, lo que se llama de ´dominguera´», explica Lorena, quien confía, en cambio, en que sus posibilidades de encontrar un empleo de calidad se incrementen cuando finalice el máster que está cursando. También se ha planteado preparar unas oposiciones.

A esta joven le hace gracia cuando escucha a los políticos hablar de recuperación económica y de reducción del desempleo. «Por mi experiencia personal, no puedo decir que vea recuperación económica por ningún sitio. Es mucha impotencia lo que se siente, porque estás muchos años estudiando, adquiriendo una preparación que está bastante bien y al final no encuentras nada de lo tuyo y tienes que recurrir a lo primero que te sale», añade.

Lorena es, por tanto, una de esas jóvenes de la Región para las que sería «inviable» emprender un proyecto de emancipación por sí sola y también estaría en la categoría de los trabajadores sobrecualificados, aquellos que desempeñan trabajos para los que se necesita una formación muy inferior a la que ellos han adquirido durante su etapa estudiantil.