El cielo lleva unos días nublado en el sur de Inglaterra. Hace una temperatura media de 15 grados, pero, con la humedad del ambiente, la sensación de frío puede ser aún mayor. Maricarmen tiene que estar estudiando para sus exámenes de la próxima semana en la biblioteca de la Universidad de Exeter, la ciudad que escogió, junto a una amiga, como destino para irse de Erasmus y, ya de paso, para demostrar que ninguna discapacidad iba a poder con ella.

María del Carmen Navarrete Fernández, natural de Huércal-Overa (Almería), estudia Traducción e Interpretación de Inglés en la Universidad de Murcia y es algo perfeccionista. Este es su segundo año y, como muchos estudiantes de la carrera, este curso ha aprovechado para vivir la experiencia Erasmus antes de comenzar sus prácticas como traductora en sus siguientes años académicos. Quiere dedicarse a traducir novelas y guiones.

Desgraciadamente, no es la primera vez que sale en un periódico. Maricarmen sufre el síndrome de Loeys-Dietz, una enfermedad rara de causa genética y hereditaria que afecta a los tejidos conectivos. «Todas mis arterias, venas o capilares están en un estado más frágil y delicado de lo normal», explica la joven. En 2009 fue noticia nacional tras someterse a una operación por tener un aneurisma en la raíz de la aorta, una consecuencia habitual que sufren quienes tienen este síndrome, que tiene su aparición en edades tempranas. Esta intervención fue la segunda que se realizó en España y la primera a una menor de 11 años. «Mi madre era quien hasta hace poco me explicaba todo esto», dice Maricarmen.

Pero los problemas para la ahora estudiante de 20 años no acabaron ahí. Por la debilidad de sus tejidos, sufrió un desprendimiento de retina y la perforación de uno de sus tímpanos, por la cual perdió parte de la audición. Vino a Murcia y el equipo médico que la atendió le colocó un audífono y unas gafas especiales que le permitieron empezar la universidad más tranquila. «Cuando me pasó todo esto yo estaba a las puertas de terminar Bachiller. Pasaba tanto tiempo estudiando que algo así me di cuenta que no podía solucionarlo con un examen, pero tenía muy claro una cosa: si algo me iba a detener, no iba a ser ésto», explica.

Destino: Exeter

Siempre ha sabido que los idiomas serían su forma de ganarse la vida. Una forma simbólica de demostrarlo era irse a un país extranjero.

En Segundo tenía muy claro que quería estudiar en Inglaterra. «Mi familia nunca ha puesto mi estado de salud como una barrera, y les dije que quería irme de Erasmus después de echar la solicitud», comenta, entre risas. Llegó a Exeter el 15 de septiembre y admite que ha pasado un primer cuatrimestre entre paseos por la ciudad, películas en el cine y comidas con sus amigos y su compañera de carrera. En clase le ofrecieron ciertas adaptaciones, como ponerse cerca del profesor para oírle bien y para ver la pizarra o el proyector, grabar las clases o colgar todo el material en un campus virtual. «No necesité nada de ésto, pero en los exámenes si pedí que me dejaran más tiempo, algunos descansos durante los mismos o realizarlos en un ordenador vacío, porque mis dedos son largos y frágiles».

En febrero su vida cambió un poco allí. Después de un temporal que pasó por Exeter, enfermó de gripe. Ante su delicada situación, pidió un tiempo de ausencia para volver a España y recuperarse. Le confirmaron que había perdido un 20 por ciento de visión en su ojo dominante, el que no había sufrido el desprendimiento de retina. Pendiente de una operación ocular, volvió a Inglaterra hace dos semanas para empezar con los exámenes. Hoy ya está deseando coger un avión para volver a Murcia, ir a su casa de la playa y descansar.

«Este año está siendo duro, pero chulísimo, lo que me lleva a pensar que los obstáculos sólo demuestran lo fuertes que podemos llegar a ser».