Unos cincuenta kilómetros es lo que va a recorrer, más o menos en línea recta, el agua desde que es captada en el mar Mediterráneo, en la localidad de Águilas, hasta que llegue a Totana. En todo este trayecto, la desaladora de la localdidad costera, la empresa de las tuberías que la transporta y los invernaderos que la reciben, tienen como principal objetivo que no se desperdicie ni una gota.

«Aquí aprovechamos hasta el rocío de la noche», explica contundente el director general del Grupo hortofrutícola ´Paloma´, José Hernández.

Empecemos por el principio. La planta desaladora de Águilas, propiedad de Acuamed -que depende del ministerio de Agricultura- capta el agua del mar a 3 kilómetros de la costa, mediante una toma submarina abierta. Y lo trata en una planta que costó casi 240 millones de euros, para la que se recibió financiación europea.

Comenzó a funcionar en febrero de 2013 y está preparada para producir 180.000 metros cubicos al día (60 hm3 al año, ampliables a 70). Esto viene a ser un trasvase mensual del Tajo al Segura en condiciones normales. Eso sí, con precios mucho más elevados.

Eva Muñoz, jefa de planta de la desaladora, explica que en la actualidad funciona casi al 80% de su capacidad, y que su destino es exclusivamente para riego, pese a que podrían destinarse también al abastecimiento tras someterla a un tratamiento de cloración. Este agua la compran las comunidades de regantes de Pulpí (Almería), Águilas, Lorca y Puerto Lumbreras.

En lo que va de año, la desaladora ha producido más de 25 hm3 de agua (en 2014 fueron 20 hm3), repartidos en 15 hm3 para los regantes aguileños, 5 para la comunidad de Pulpí, otros 5 para Puerto Lumbreras y 23 para Lorca.

La planta, que funciona con el sistema de ósmosis inversa, tiene doce bastidores con 190 tubos cada uno, que a su vez, tienen 7 membranas filtradoras. Cada una de estas membranas cuesta 350 euros y duran entre 5 y 8 años.

Por ahora, la planta funciona con energía tradicional, aunque aprovechando las tarifas más baratas, por lo que suele producir sobre todo en fin de semana. Sin embargo, Muñoz indica que se está estudiando la aplicación de la energía solar. «El problema es que necesitaríamos muchos paneles solares para producir toda la energía que necesitamos», comenta. Es decir, 3,5 kilowatios/hora por metro cúbico producido.

En la planta trabajan 19 operarios y existe una sala de control en la que dos personas vigilan las 24 horas del día durante los 7 días de la semana el proceso. «Esto es una fábrica de agua, y como tal se puede producir agua a medida», destaca la jefa de planta. Las tuberías están pintadas de distinto color: en azul el agua buena, lista para distribuir; en rosa, la que tiene aún que pasar por más procesos de limpiado; en verde, el agua marina; en un verde más claro, la de rechazo, que tiene que volver al mar.

El agua no apta para riego es enviada a la costa y se vierte al Mediterráneo a través de un emisario submarino, una tubería de 602 metros de longitud. En los 184 metros finales hay 24 difusores del vertido, a 8 metros cada uno, explica Ramon Jiménez, técnico de Acuamed. «Tenemos 3 salinómetros para registrar si hay un exceso de sal en la zona, pero hasta ahora nunca han dado positivo», manifiesta. El vertido, dice, se hace en una zona alejada de las praderas de posidonia marina.

Llega a los invernaderos

Terminado el proceso, el agua desalada empieza otro viaje. Desde la planta se distribuye a los regantes, que pagan por ella 31 céntimos el metro cúbico, desde una balsa ubicada en el Cerro Colorao, en el término municipal de Lorca.

José Hernández, empresario hortofrutícola, con tierras en Águilas, explica que, además de la desalada, en sus invernaderos tiene rejillas que captan el agua de la lluvia y hasta del rocío.

En cada finca ­-que en conjunto tienen más de 280 hectáreas­­- hay dos embalses, uno que recoge las pluviales, que será utilizada para riego; y otro al que van todas las residuales del drenaje de los cultivos hidropónicos ­-sin suelo-. Éstas, también, se reutilizan una vez sometidas a un proceso de ´limpieza´, para eliminar el exceso de productos fitosanitarios.

«Es un proceso de desinfección sencilla con cloro líquido que evita también que haya hongos o bacterias», añade, indicando que cada balsa se somete a una analítica bacterológica.

Hernández cultiva principalmente tomates, hasta de 18 variedades diferentes, algunas exclusivas como la ´sugar drop´ o la ´bombón´. «De aquí salen directamente a los supermercados», apunta.

Los invernaderos tienen techos asimétricos para aprovechar el sol y un control automático de ventanas que regulan la temperatura. Todo, enfocado a que la planta necesite la menor cantidad de agua posible. Cristóbal Llamas, capataz y técnico de riego de Agrícola Paloma, relata que a la planta «sólo se le da lo que pide», y mediante un programador de riego se le aportan los recursos de 9 a 17.30 horas.

«Normalmente son riegos fijos cada 8 o 9 minutos», indica, explicando que el agua que reciben ya va con los nutrientes necesarios en cada momento.

José Hernández destaca que con este sistema se ahorra entre un 30 y un 40% de agua -frente al riego tradicional- y que se reutiliza el 15% de la usada: «Solemos regar con unos 4.000 metros cúbicos de agua por hectárea; quizás sean los invernaderos más eficientes de Europa», concluye.

Conexión con Totana

  • En el marco del Decreto de Sequía de junio, la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) está ejecutando una obra para conectar la desaladora de Águilas con las comunidades de regantes del Valle del Guadalentín -de Lorca a Totana-. La conducción, de 27,5 kilómetros, se empezó el lunes y el director de la obra y jefe de servicio de la CHS, Juan José Cánovas, indica que, si no hay problemas, estará acabada en diciembre. Se ejecuta simultáneamente en cuatro tramos por cuatro empresas distintas.
  • Las tuberías, de 16 metros y 1.200 milímetros de diámetro, son fabricadas en Lorca por la empresa Noksel España (una multinacional turco-finlandesa). Lleva 5 años en marcha y, según el director de operaciones, José Mª Cortijos, desde aquí se distribuye a toda Europa y parte de América y norte de África.
  • La empresa fabrica tuberías de acero helicosoldado para conducciones de petróleo, gas y agua, entre otras, y en el último año han fabricado 40.000 toneladas.
  • «La calidad es nuestra seña de identidad y tenemos 9 normas de certificación», apunta Cortijos. Cada tubería ­-que tiene distintas longitudes y diámetros- es sometida a procesos de control en cada fase, como el corte, viselado, soldado, presión de agua... Todo acaba en una sala donde se hace una ´radiografía´ del tubo y, si no hay problemas que obliguen a devolverlo, pasa a la fase final: el revestimiento. De ahí, al cliente.