­El consultor y experto en el asesoramiento a los emprendedores que quieren innovar les propone una fórmula para saber si la inversión que proyectan puede llegar a tener el éxito deseado. Lejos del discurso voluntarista que se ha puesto de moda en los foros dirigidos a los empresarios que se plantean nuevas aventuras, Antonio Flores aconseja mantener los pies en el suelo, en lugar de dar alas a una quimera que encontraría graves dificultades para materializarse, sin intentar superponer los deseos a la realidad. Esta es ‘La prueba del algodón en 18 pasos’:

Aplique el sentido común siempre y por encima de cualquier metodología e idea brillante.

Sea práctico y pragmático antes que protocolario y barroco.

En el momento de escoger una metodología o herramienta para desarrollar sus ideas, recuerde que la mayoría de ellas son consecuencia y están adaptadas a un contexto completamente distinto al nuestro.

Si no puede explicar el resultado final de forma rápida a gente corriente, empiece de nuevo.

Si en el primer análisis económico de su idea los números no le salen, no caiga en la tentación de pensar que su idea tiene la fuerza suficiente de cambiar hábitos y hacer conversos.

Cuando imagine el uso de su idea o modelo de negocio recuerde: la sopa Campbells la consumen en Estados Unidos y el gazpacho en España. No todo es universal.

Sea modesto en el resultado final y rápido (muy rápido) en el tiempo de ejecución a emplear.

Si es usted una persona con capacidad de generar ideas y ponerlas en movimiento, recuerde que esa es precisamente su riqueza: nunca muera desarrollándolas.

Nunca menosprecie el conocimiento o la tecnología antigua; son la base de los grandes modelos de negocio.

Si está desarrollando algo porque fue el sueño de su infancia, recuerde que ésta hace muchos años que pasó.

No confunda ideas con modelo de negocio. Unas son el inicio del camino y el otro el fin buscado.

Nunca anteponga el valor de las ideas al del dinero: los dos se necesitan.

Si el modelo final de un negocio es la idea de una sola persona o de un solo conocimiento, vuelva a empezar y mézclelo con más personas y más conocimiento; lo enriquecerá tremendamente.

Si el modelo final es tan brillante que no hay nada en el mundo que se le parezca, desconfíe, algo no marcha bien.

Si el modelo final ha encontrado o generado una necesidad nueva, desconfíe, probablemente su ego le está jugando una mala pasada.

Si es usted un emprendedor interno y su jefe no le entiende y tampoco a su idea, reflexione; probablemente no ha definido bien su marco de actuación.

Si el resultado final va a necesitar para su desarrollo un sacrificio sobrehumano de usted, su familia y su círculo de amistades, tírelo a la papelera. No merece la pena.

Si cuando ve a un médico, un fontanero, un arquitecto, un trabajador de línea de montaje o un abogado piensa que usted es de una clase superior porque tiene ideas, pare inmediatamente y vaya a visitar un coach profesional para que le resitúe de nuevo.