Las recetas de los pacientes de Castilla-La Mancha son fácilmente reconocibles porque la tinta de impresión es mucho más intensa, un pequeño detalle que a la hora de facturar se convierte en un indicador que avisa a los farmacéuticos de las zonas limítrofes con la autonomía vecina del aumento o disminución de las prescripciones que llegan a los establecimientos de Murcia.

Sin embargo, los farmacéuticos murcianos no están haciendo ´caja´ con los problemas de sus compañeros manchegos y en lugar de aumentar las recetas de la comunidad vecina, éstas han descendido. El retraso en el pago de la factura farmacéutica de dos meses y medio (mayo, junio y julio) que generó la jornada de protesta y el cierre de las farmacias castellano-manchegas el 11 de agosto ha mermado sensiblemente la capacidad de almacenamiento de las boticas de esa autonomía que, ahogadas por los préstamos, piden a las distribuidoras «lo justo» para mantener la puerta abierta y atender al cliente de toda la vida, pero no se pueden permitir el lujo de tener en depósito medicamentos cuyo precio supera los varios cientos de euros. El resultado es que los boticarios manchegos han reducido un 50% las compras a los proveedores y los medicamentos caros se piden por encargo.

Pero los ciudadanos siguen necesitando sus medicamentos y si no los compran en Castilla-La Mancha lo hacen en otros lugares. En la zona de Requena registraron en agosto un aumento en las ventas del 20%, mientras que en Murcia la situación se mantiene, incluso baja respecto al año 2010.

Según los datos facilitados desde la consejería de Sanidad, las recetas facturadas por las farmacias limítrofes con Castilla-La Mancha –las que están en los municipios de Caravaca, Moratalla, Calasparra, Cieza y Jumilla– de ciudadanos de esa comunidad serán unas 4.033 al cierre de 2011, cuando en 2010 fueron 4.350. Además, el pasado año, el importe de estos medicamentos llegó a los 68.000 euros, frente a los 63.000 de este año.