Como si de la propia película de David Fincher se tratara (Panic Room), pero con final feliz, una habitación con una equipación especial podría convertirse en la herramienta que salve la vida a toda una familia de un ataque delictivo. Las habitaciones del pánico ya no son cosa del celuloide, ni tampoco de los millonarios ni de las novelas del terror, y cada vez se instalan más en hogares españoles. Y es que la tecnología y el diseño han avanzado tanto que han mutado su aspecto de búnker a una habitación en apariencia normal, pero que en realidad es un fortín que los intrusos no podrán atravesar.

El sistema es sencillo y, depende del nivel de seguridad, cuesta entre 3.500 y 23.000 euros. En la actualidad, no es necesaria una habitación exclusiva, sino que se adaptan los dormitorios y se activa un sistema de seguridad unido a una alarma. En el caso de que un intruso entre en el hogar y se active la alarma, automáticamente se aíslan las habitaciones acondicionadas de forma que se convierten en impenetrables, con puertas blindadas, cerraduras ocultas, paredes de gran grosor y ventanas con cristales antibalas.

Puede que el ladrón consiga entrar en la vivienda, pero la seguridad de los inquilinos está garantizada. Habría que dejar a un lado la claustrofobia y el sentimiento de impotencia de ver a los intrusos merodeando en la casa de uno por la pantalla del televisor. Aunque, declara Manuel Gómez, gerente de la empresa Habitat Segura (una de las firmas españolas que instala este tipo de sistemas), la claustrofobia es lo que menos importa en esos momentos. Para eso hay un teléfono independiente en la propia habitación que permite contactar con los sistemas de seguridad de forma inmediata, además de la conexión directa con la central de alarmas. El resto es trabajo de la Policía.

Una vez que pasa el mal trago, el objetivo es salir de la habitación. Para ello, el sistema incluye una pantalla táctil con las opciones «abrir» o «cerrar».

En las zonas de costa, especialmente en el Mediterráneo, se producen inmensidad de robos en chalés y urbanizaciones, donde los delincuentes esperan encontrar un tesoro más jugoso. Gómez cuenta que la demanda de seguridad es mayor en época de crisis, cuando hay un aumento de la delincuencia. En lo que va de año, la empresa ha recibido un 25% más de demandas de estas habitaciones que en todo 2009, gran parte de ella en la Costa del Sol, concretamente en la periferia del casco urbano de Marbella, pero también en Madrid y Valencia, ya que esta empresa trabaja en toda España y «sin competencia directa», explica.