Sonaban las 12 en punto de la noche y el silencio se adueñó de la Plaza Mayor. Solo se escuchaba el susurrar de las más de 5.000 personas que se dieron cita a las puertas de la Basílica de Cieza para presenciar la salida del Santísimo Cristo de la Agonía, la talla del escultor González Moreno que cada año protagoniza la Procesión del Silencio.

Acompañado de un tambor `sordo´ y a oscuras, el paso se apoderó de las calles con la única luz de las velas de los nazarenos, mientras que la orquesta violines hizo sonar las músicas tradicionales de esta procesión con obras de Albinoni o Mozart, entre otros autores.

Tampoco faltó la espontaneidad de algunos vecinos, atreviéndose a cantar saetas al Crucificado al más puro estilo andaluz.

La Cofradía del Santísimo Cristo de la Agonía ha realizado un balance muy positivo de la procesión de este año, tanto por la gran participación como por el buen tiempo, que hizo que la carrera se recreara por las calles del casco antiguo ciezano hasta altas horas de la madrugada.