Querido alcalde, con el debido respeto:

Parece que esta va a ser la última carta que le dirija en su calidad de primera autoridad municipal, al menos, en la presente legislatura. Según hemos conocido esta semana, tal y como habían pactado, el próximo miércoles, tomará el relevo en la alcaldía la actual vicealcaldesa, después de que presentara usted su renuncia antes de ayer. Renuncia que se formalizará en otro pleno extraordinario el lunes 19.

Definitivo parece también para este relevo el papel que ha desempeñado el grupo municipal de Podemos que el pasado martes les entregó un acuerdo firmado por los tres concejales, en el que se comprometían a votar favorablemente por Ana Belén Castejón, en el Pleno de relevo de investidura, a cambio de más de 40 medidas pactadas con el gobierno municipal, entre las que se encuentra un aumento de inversiones en barrios y diputaciones del municipio. Claro que qué otra cosa podían hacer... A ver cómo le explicaban sino a sus inscritos que habían permitido la vuelta del Partido Popular al mando del Ayuntamiento.

El caso es que dentro de unos cuatro o cinco días, la señora Castejón que, durante estos dos años, ha sabido mantenerse en un discreto segundo plano, sin renunciar por ello al protagonismo que le correspondía, se convertirá en la primera alcaldesa socialista de Cartagena.

Si, ya me imagino que, a veces, le hubiese gustado a usted que su vicealcaldesa no tuviera la vitalidad que ha demostrado, participando en todos los actos a los que ha acudido en estos dos últimos años, e incluso no tener que depender de los socialistas para determinadas votaciones, pero, ¿qué quiere?, así son las alianzas de gobierno. Hay que hacer un doble esfuerzo por tratar de entenderse, no ya con los del propio partido de uno (harto difícil en muchas ocasiones), sino con los coaligados. Y seamos sinceros, en definitiva ellos, -los socialistas-, obtuvieron más votos y más concejales que su partido, en las elecciones de 2015.

Pero todo eso queda ya atrás y ahora tiene usted en su haber dos años de gestión presidiendo uno de los ayuntamientos más poblados de España que, según los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística a fecha de 1 de enero de 2016, está en el ranking por delante de capitales como Pamplona, San Sebastián, Santander, Salamanca o Cádiz.

La valoración que cada uno haga de su trabajo, y del que parece que todavía le queda por hacer al frente del Área de Desarrollo Sostenible, la conoceremos en la primavera de 2019, cuando vuelvan a convocarse elecciones municipales, si es que finalmente vuelve a presentarse como cabeza de lista de su partido.

Lástima que el final de su mandato como alcalde coincida con su citación para declarar como investigado (antes imputado) el próximo día 3 de julio, por la compra del hotel Peninsular. Según el auto judicial que hemos conocido esta semana, el juez ve indicios de prevaricación, malversación, tráfico de influencias y negociación prohibida en la adquisición del hotel de la calle Cuatro Santos.

Aunque la apertura de diligencias se produce, según hemos leído en este periódico, después de que el PP presentara el pasado 3 de mayo una denuncia en el juzgado por un posible trato de favor a un amigo suyo por la compra exprés del hotel, lo que hace pensar en una nueva vendetta política, lo cierto es que ha sido un juez el que, con una rapidez sorprendente que ya quisiéramos para otros casos, ha visto indicios de criminalidad en el proceso y, hasta su resolución definitiva, no queda usted en muy buen lugar que digamos.

Por eso no es de extrañar que tanto el Partido Popular, por supuesto, como Ciudadanos, Podemos y hasta la Federación de Asociaciones de Vecinos de Cartagena y Comarca hayan pedido su «dimisión inmediata» como cargo público.

Si le soy sincero, a mí, de todas esas peticiones de dimisión, la que más me preocuparía seria la del colectivo vecinal, porque, como refleja en su comunicado, no puede olvidarse que representan a ochenta mil vecinos de la comarca y, creo yo que no les falta razón cuando dicen que usted mismo ha defendido en múltiples ocasiones que «cualquier cargo público imputado debe abandonar la política hasta que demuestre su inocencia».

Dicho esto, me gustaría que le recordara al portavoz municipal del Partido Popular, Francisco Espejo, que una de las cualidades que más se valoran a la hora de elegir a un líder político, es su credibilidad. Difícilmente resulta creíble quien no se mantiene coherente en sus argumentos.

Por eso no entiendo cómo, al tiempo que exige su dimisión de alcalde y concejal por su imputación, no dice ni media sobre el hecho de que el Juzgado de Instrucción de la Audiencia Nacional, haya estimado acreditado que Pilar Barreiro «desvió fondos públicos» para la trama Púnica. En ese caso no, el señor Espejo parece que no tiene nada que decir al conocer la exposición razonada enviada estos días al Tribunal Supremo, en la que se acusa a su antigua jefa y actual senadora, Pilar Barreiro, de cohecho, fraude, falsedad, prevaricación y malversación.

¡Hombre! Si no justos, por lo menos seamos coherentes. O todos moros o todos cristianos.